Miércoles intenso en el Juzgado de Instrucción número 4 de la Audiencia Nacional. Ante el titular, José Luis Calama, comienza la vista en el juicio por la intervención del Banco Popular por Europa (y España) y su venta nocturna al Santander por 1 euro, en una de las mayores chapuzas de la JUR de Elke König, es decir, de Europa, que utilizó al Popular como un ensayo para futuras crisis bancarias. Ensayo fallido, por cierto.

Comparece Emilio Saracho, el último presidente del Banco Popular y el juez le pregunta si él había sido quien había filtrado al digital El Confidencial y al vegetal Expansión noticias que perjudicaban la marcha de la entidad y que, según los propios peritos del Banco de España, provocaron la caída del Popular.

Pero Saracho lo niega, claro que sí. Económico con la verdad.

¿Y por qué quería un presidente que su banco valiera menos? Pues para forzar la venta, que es para lo que él llegó a la Presidencia

Y puede ser una postura arriesgada, porque buena parte de su equipo puede testificar, y el propio 'Confidencial' podría testificar que, en efecto, Saracho era el filtrador, interesado como estaba en que la cotización del banco cayera.

Incluso alega que se querelló con 'El Confidencial' por sus informaciones sobre la futura quiebra y/o venta del Popular. Y es cierto, pero la retiró inmediatamente.

¿Y por qué quería un presidente que su banco valiera menos? Pues para forzar la venta, que es para lo que él llegó a la Presidencia. Nunca pensó en gestionarlo. "No tengo ni puta idea de cómo se gestiona este puto banco", aseguró al poco de llegar. Normal: antes del Popular, Saracho era vicepresidente de JP Morgan, unos de los bancos de inversión más grandes del mundo, y al que llegó en 1998 para ejercer de presidente para España y Portugal. En definitiva, ¿un banquero de inversión para gestionar uno de los bancos más domésticos del planeta? Curioso.

Saracho ha sido económico con la verdad, pero debe tener cuidado: hay muchos testigos.