El Rey no se ha mojado y acabará en el exilio. Lacónico pero brillante resumen de la situación política española realizada por una manifestante en la convocatoria ciudadana del pasado sábado día 4 contra el Frente Popular de Pedro Sánchez, o alianza entre un gobierno de coalición social-comunista y los separatistas vascos y catalanes.

Y es que el comentario de la manifestante apuntaba directamente a la Operación Borrell, ideada por el entorno de Felipe González y en ambientes de la derecha monárquica,

Esto es lo que los monárquicos españoles pedían y Su Majestad y pudo parar: la alianza Sánchez-Iglesias a través de la Operación Borrell.

Esto es, amenazar a Pedro Sánchez con que el Rey encargara la formación de Gobierno a otro socialista -por ejemplo José Borrell- si el secretario general del PSOE insistía en el Frente Popular con Pablo Iglesias.

Al líder del PSOE poco le importa la campaña de Podemos y los separatistas, que apunta directamente a la III República. Sólo quiere permanecer en La Moncloa

Sólo que Felipe VI no se atrevió y entonces… puede acabar en el exilio con un Frente Popular en el Gobierno, con un vicepresidente empeñado en acabar con la monarquía, una tarea histórica de la suficiente altura como para que don Pablo Iglesias pretenda capitanearla. Es un hombre modesto. Y en efecto: Felipe VI puede ser el último Rey de España.

En estas estamos cuando llega la Pascua Militar. Un Rey con expresión forzada es recibido por un chulesco Pedro Sánchez, quien un día antes había permitido que los proetarras de Bildu insultaran al Jefe del Estado mientras el candidato respondía con una intervención cobardona y meliflua para no irritar a los terroristas porque no olvidemos que Sánchez -siempre débil con el fuerte y fuerte con el débil, tan chulo como cobarde- necesita la abstención de los proetarras para ser investido presidente.

Conclusión: si, como parece, Pedro Sánchez se convierte en presidente el martes 7, en efecto, el Rey puede terminar en el exilio.

Mientras, la traición de Sánchez ante la pesadez independentista está reviviendo la paradoja española: las insistentes, machaconas e insufribles presiones independentistas catalana y vasca han provocado un resurgir del adormecido patriotismo español. Y es que Juan Español ha pasado de preguntarse “¿qué quieren estos tíos?” a clamar “¿quién se han creído que son estos tíos?”.

 

Y entonces sucede que el auditorio nacional se lanza a cantar con entusiasmo “banderita tú eres rojo, banderita tú eres gualda” (como se puede ver en el vídeo), no porque haya más patriotas entre los melómanos que en cualquier otro colectivo, sino porque la gente está harta de nacionalistas excluyentes y pacifistas. Esto es, practicantes de la injuria o violencia psíquica y proclives a las explosiones de violencia física… ante la injusticia mesetaria, naturalmente.

Y así, resulta tan cansina la traición de Sánchez que hasta el Ejército español, dormido, despierta. Y entonces la ministra de Defensa, Margarita Robles, prepara el relevo de la dirección militar española, peligrosamente fascista, es decir, partidaria de la unidad de España… a pesar de la influencia creciente del panteísmo y la masonería en los cuarteles españoles.

Los católicos seremos la primera víctima del Pacto de los Picapiedra. La segunda víctima será la libertad de expresión. La tercera, la propiedad privada

Así que la Pascua Militar, última oportunidad. Además de lo de “compañeros y compañeras”, palabras con las que el monarca introduce la tontuna feminista en el lenguaje de la milicia, y en vísperas de la votación que dará el poder en España a un Frente Popular dirigido por el comunista Pablo Iglesias y presidido por el socialista Pedro Sánchez. Juan Carlos I despreciaba al PP al tiempo que aplaudía a la derecha. Pero lo de su hijo y Felipe VI ya es demasiado: parece esclavo del PSOE más radicalizado y guerracivilista y dedica su discurso en la Pascua Militar a la seguridad de nuestra tropa en el exterior bajo bandera internacional.

Apenas hizo hincapié en la unidad de España, mientras la máxima autoridad militar, el general Fernando Alejandre, todo un tecnócrata, miraba hacia otro lado.

Al final, o alguien lo remedia, o hay un tamayazo, o tendremos un Gobierno frentepopulista, los católicos seremos la primera víctima del Pacto de los Picapiedra.

La segunda víctima será la libertad de expresión. La tercera, la propiedad privada. Al tiempo.