Decíamos ayer que había polémica en Zarzuela sobre el contenido del discurso de Nochebuena, la única alocución regia, en todo el año, en la que el Gobierno no mete las zarpas. Polémica sobre el cabreo de Felipe VI al que Pedro Sánchez lleva tomándole le pelo desde el 10 de Noviembre, sobre todo cuando se echó en manos del comunista y republicano Pablo Iglesias mientras enviaba al Monarca a La Habana, a un viaje tan largo como absurdo.

Pues bien, la polémica fue ganada por la cobardía, que terminó imponiéndose en la alocución regia de la noche del 24 de diciembre.

Felipe VI traslada su responsabilidad al Congreso, encargado de “aprobar o denegar al candidato propuesto para formar Gobierno”

Es más, el discurso del tópico fue aprovechado por PSOE y ERC. Incluso la derecha tonta, PP y Cs, habló de un gran discurso porque enfatizaba la unidad de España. No, si te parece, el Rey no va a hablar de la unidad de España sino de su desmembramiento.

No hombre no: lo que se esperaba del Monarca era la desautorización de la locura sanchista del Frente Popular. Sánchez ya ha pactado con los comunistas republicanos de Pablo Iglesias y se dispone a pactar con los separatistas republicanos de ERC.

Del Rey se esperaba que condicionara la tarea de conceder el encargo de formar gobierno a Sánchez a la ruptura con Podemos y con los separatistas.

La Operación Borrell consistía en un pacto de legislatura en el que PSOE, PP y Cs -con el apoyo tácito de Vox- acordarán un pacto constitucional -con reforma de la Carta Magna incluida, si fuera necesario, que lo sería- para pararle los pies a los separatistas. Pero el Rey no se atrevió a dar ese paso y ahora delega en el Congreso la tarea de pararle los pies al ambicioso majadero -ambas cosas dos- de Pedro Sánchez.

Los monárquicos disminuyen en España y hasta se echa en falta el borboneo interesado de Juan Carlos I

Que no es del Congreso, que esa es su tarea, Majestad. “Allá yo”, que diría Forges, porque Felipe VI se está jugando el Trono… y España, que es lo peor, se juega el acabar en una democracia mediatizada por los nuevos comunistas, siempre tendentes al totalitarismo.

En resumen, Felipe VI ha vuelto a demostrar una cobardía que puede hundir España. El Mensaje de Nochebuena puede resumirse así: el Rey se arruga ante Sánchez y Sánchez se burla del Rey.

Es más, el sentido equívoco y cobardón del discurso regio posibilita el cinismo del PSOE. Según Moncloa, el Rey avala el entendimiento de Sánchez con ERC. Lógico, dado que Felipe VI, en lugar de prohibir el frentepopulismo de Sánchez -como jefe del Estado tiene el derecho y la obligación de hacerlo-  ha trasladado su responsabilidad al Congreso, con la frasecita del demonio: “aprobar o denegar al candidato propuesto para formar Gobierno”. Pero Majestad: esa es su responsabilidad, no la del Congreso.

Y por cierto, destacar los erróneos aplausos de Santiago Abascal, el líder de Vox, al discurso regio: Abascal no parece haberse dado cuenta de lo que que implica.

Mientras, los monárquicos disminuyen en España y hasta se echa en falta el borboneo interesado de Juan Carlos I. Porque lo que era el Rey emérito era más osado y sabía donde le apretaba el zapato. Lo que nunca había hecho es ofrecer a España a quienes quieren destruirla. Al menos porque el principal objetivo de Podemos y de Quim Torra es acabar con la Monarquía.

El Rey se arruga ante Sánchez y Sánchez se burla del Rey. Pierde España.