Golpe a la pederastia clerical”, titula La Vanguardia a todo trapo, en su portada interior. Subtítulo: “El Papa incluye específicamente los abusos sexuales en el derecho de la Iglesia”.

Una corresponsal emocionada nos explica que Francisco ha dado el paso de gigante que le exigían las víctimas se abusos sexuales.

A uno le dan ganas de dejarlo como está. Porque verán, lo que ha hecho Francisco al introducir los abusos sexuales en el derecho de la Iglesia es casi lo contrario de lo que pedían los más agresivos voceros contra la pedofilia clerical. Un fenómeno horrible, ciertamente, pero, al mismo tiempo, mínimo -debería ser nulo en el estamento clerical, en eso tienen toda la razón-, muy inferior al habitual entre los laicos de cualquier religión. Y eso sí, exagerado hasta la náusea para dañar a la Iglesia.

En cualquier caso, lo que pedían quienes atacan a la Iglesia es que nadie deje juzgar a los curas presuntamente pederastas o autores de abusos, en el seno de la Iglesia: a los tribunales, a la hoguera.

De repente, entre tanto vocerío se oyó la voz del Papa emérito, Benedicto XVI, quien dijo que no: que los trapos sucios de la Iglesia se deben lavar en casa, para evitar calumnias contra la clerecía. Resumo mucho pero pueden creerme: la línea directriz es esta.

Y Francisco ha hecho caso a Benedicto. Creo que, y esto sí que es una suposición, que el Papa actual ha aprendido con el caso de George Pell, el cardenal australiano, acusado de pederastia a quien luego se declaró inocente. Se le encerró en la cárcel, se le insultó, persiguió y martirizó. Se entregó, el Vaticano lo entregó, a los tribunales civiles australianos y allí lo masacraron. Se pasó en la cárcel año y medio, se escribieron todo tipo de barbaridades sobre él, sufrió persecución hasta en prisión… y luego resultó que era inocente. Y fue absuelto con sospechas ciertas de haber sido acusado en falso.

Escribió un libro donde mostró una entereza increíble, pero no recuperó ni su cargo anterior, ni sus prerrogativas como cardenal en la Iglesia ni tan siquiera su buen crédito, siempre será el ejemplo de la pedofilia vaticana… ¡el número tres del Vaticano!

Cuando la repugnante pederastia ya no sirva para denigrar a la Iglesia, se legalizará

¿Seguro que hay que entregar a los curas pederastas a los tribunales civiles?

Entiéndase, la reforma del Código de Derecho Canónico de Francisco habla de abusos sexuales y de castigo. Pero la Iglesia es una sociedad que no se guía por la ley sino por el amor (a veces por el odio). Pero en su parte humana también se guía por el hábito. Mucho me temo que el hábito de entregar presuntos culpables a la justicia civil y a la hoguera televisiva ya ha arraigado en parte del episcopado… pero es el momento de cambiar.

Sobre todo, porque ya se otea en el horizonte la legalización de algo tan repugnante como la pederastia, legalización que se convertirá, no lo duden, en un principio progresista. Pero antes hay que estirar la cuerda todo lo posible. Cuando la pederastia ya no sirva para denigrar a la Iglesia, se legalizará.