La obsesión anti-Francisco -yo la tuve durante algún tiempo hasta que caí de la burra- por parte de muchos cristianos, de los que el diario El País llamaría tradicionalistas, es notable y persistente. Esto quiere decir que este artículo no les va a gustar.

No pretendo sino demostrar que Juan Pablo II -la última vez, 14 años después de su muerte, con motivo del informe sobre la repugnante pederastia en la élite de la Legión de Cristo y del padre Marcial Maciel- o Benedicto XVI eran insultados por la progresía pero nadie se atrevía a manipular sus palabras.

Por el contrario, Francisco es alabado por la progresía, no porque les guste lo que dice, sino porque les gusta lo que ellos mismos dicen que dice. Le alaban a él mientras manipulan su mensaje. Este es un Papa secuestrado y manipulado, mitad por mitad. Cuando deje de serles útil, entrarán a matar.

Como muestra dos botones: discurso navideño ante la Curia vaticana. Si ustedes han leído las crónicas de prensa, también especializadas, verán que Francisco habló de cambio y renovación. Naturalmente que sí, pero en los siguientes términos: 

El cambio es conversión, vuelta a los orígenes: “partir para permanecer, cambiar para ser fiel”. Aquí Francisco echaba mano de otro revolucionario, el ya canonizado John Henry Newman, padre del Movimiento de Oxford, para terminar concluyendo que “El cambio se manifiesta en la fidelidad al ‘depositum fidei’ y a la tradición”.

Y a la Curia le recuerda que el cambio consiste en convertirse. Es decir, que bebe de Newman, otro progresista

Como pueden comprobar, el lenguaje propio de un progre de tomo y lomo.

Luego, el Papa hecho mano de su predecesor, Benedicto XVI, para asegurar que el catolicismo había dejado de ser mayoritario. En concreto, el Papa dijo que no vivimos ya en la ‘cristiandad’ porque “no somos los únicos que producimos cultura, ni los primeros, ni los más escuchados”. Una verdad como un templo.

¿Todas esas ideas son de un progre? ¡Qué progre más raro!

Pero aún más tuits y más comentarios, la mayoría de ellos escasamente caritativos, ha provocado su visita al instituto Albertelli de Roma. Reconozco que lo de Bergoglio no es el diálogo, entre otras cosas porque es argentino. Esto es: gente superficial en la improvisación y muy seria en la reflexión. Pero en cualquier caso, la frase del escándalo ha sido esa de que no se puede decir a los chicos judíos o musulmanes que se conviertan. En efecto, dicho así parece contradecir el mandato de Cristo en su despedida de la tierra: “Id y predicad el evangelio a todos los pueblos…”.

Ahora bien, se omite, me temo que no siempre de forma inocente, el preámbulo de esa afirmación tan impactante. El Papa pidió a los adolescentes del Liceo que fueran “coherentes” con su fe y que, con su ejemplo de coherencia con sus principios, lograrían evangelizar con más eficacia. En definitiva, lo que el Papa Francisco les dijo a los bachilleres romanos es algo tan antiguo como que el mejor predicador es Fray Ejemplo.

Un consejo: cuando quieran saber que es lo que ha dicho realmente Francisco, acudan a la propia página del Vaticano (www.vatican.va) y/o lean sus discursos completos. Y si no es posible porque se trata un diálogo, de una rueda de prensa, hagan lo que yo: no emitan un juicio hasta que hayan pintado el cuadro completo.