Tarde del martes en el Senado. No uno, sino dos besos un pelín forzados: el que Dolores Delgado propinó a su compañero de Interior, Fernando Grande-Marlaska (grande, muy grande) y el ósculo no menos relevante: el que la titular de Justicia propinó a la titular de Defensa, Margarita Robles.

Lo cierto es que la enemistad entre Delgado y Robles viene de los tiempos de Garzón y Belloch

Porque la antipatía mutua entre ambas viene de atrás, de cuando Dolores Delgado era el alter ego de Baltasar Garzón mientras Margarita Robles, secretaria de Estado de Interior, secundaba al superministro Juan Alberto Belloch en la tomadura de pelo que Felipe González infirió a Garzón, al que tuvo un año en el Congreso leyendo libros.

Pues bien, Margarita Robles dirige los servicios de inteligencia, los mismos que han tenido acceso a los papeles del comisario José Villarejo. Y miren por dónde, de esa información villajerense vienen los lodos, en los que Dolores Delgado califica a su compañero Grande-Marlaska como “maricón”, durante una comida en la que estaba presente Villarejo.