Han bajado a 48 los muertos en las últimas 24 horas por coronavirus, siempre según las cifras del Ministerio de Sanidad, claro está. Y sin contar Cataluña, que no ha enviado las cifras a tiempo. Y luego 344 nuevos casos, también a la baja, aunque el descenso parece lento, insufriblemente lento.

Por lo demás, las cifras reales son muy superiores a los oficiales, tanto en infectados como en fallecidos. Pero el Gobierno ha convertido el coronavirus en la mayor mentira de los tiempos modernos, con lo que no le podemos creer nada.

La mejor pregunta de la comparecencia de prensa de hoy jueves ha corrido a cargo de un periodista que le ha preguntado al doctor Simón qué habíamos aprendido sobre el virus.

El Gobierno se niega a reconocer el número real de muertos, muy superior al oficial

Resumiré la larga respuesta: hemos aprendido que ya hay trasmisión antes de que surgan los síntomas -era suponible, ¿no?- y que hay más asintomáticos de los que parece. Sí, en efecto, pero para eso no hace falta ser ningún científico sino tener un adarme de sentido común, al contemplar un virus ultracontagioso. Insiste Simón en que supone que se han dado 2 millones de casos en España… “de los que hemos detectado un 10%”. Por tanto, concluye, el porcentaje de fallecidos es escaso… aunque resulta que España está a la cabeza en mortandad.

Suponemos, pero no sabemos, que el calor mata al virus. Como a casi todos los virus de esta especie, don Fernando.

¿Qué más sabemos? Que no hay tratamientos disponibles. ¿Y eso es saber?

Y a partir de ahí, lo poco que sabemos sólo le sirve al doctor Simón para forzar un argumento pro-confinamiento, que eso es lo que interesa.

Se ha demostrado falsa la hipótesis de inmunidad de rebaño ya que no se está produciendo. Ergo, asegura el sabio, tenemos que mantener los sistemas de prevención. O sea que nos quieren tener más tiempo encerrados.

Es decir, que la ciencia avanza a gran velocidad pero no sabemos nada del coronavirus.

Y seguimos sin ningún avance en materia de tratamientos

En el entretanto, las franjas horarias desaparecerían en la Fase II pero los ancianos se quedan en horario forzoso.

Conclusión, la ciencia ha fracasado, el Gobierno español ha fracaso con su confinamiento y el virus remite por sí sólo. Y todo ello podríamos soportarlo, lo que no soporto es que, encima, haya que tragar la grandísima bola de que el arresto domiciliario ha resultado un éxito.