Encuesta del diario ABC, publicada el lunes 23 de marzo. Ojo al dato: el 42,8% de los encuestados piensa que las medidas del Gobierno, la declaración del Estado de Alarma y el confinamiento carcelario en el hogar, son suficientes para frenar al coronavirus. Pero ojo, el 46,5% piensa que no, que no basta, que hay que ser más duro con este “pueblo de dura cerviz e incircunciso de corazón” (esto no lo dicen, ni tan siquiera lo piensan, pena).

Encima, buena parte de la derecha apoya al Gobierno. Por ejemplo, Santiago Abascal y los votantes de Vox

Por eso mismo, se empieza a hablar de declarar el Estado de Excepción, aunque es cierto que, ayer domingo, Pedro Sánchez se vanagloriaba de haber dictado medidas más duras que Italia, campeón del coronavirus.

Pero los españoles están pidiendo más cadenas, porque están dominados por el terror al coronavirus. Sufren un síndrome de Estocolmo y su razonamiento es este: si el confinamiento en el domicilio no logra detener al virus… más confinamiento, menos libertad, más poder para Sánchez.

La razón del Síndrome de Estocolmo que sufre España es el miedo: miedo a la muerte y miedo al dolor

Al parecer, a pocos se les ocurre pensar que si el confinamiento no detiene al virus y encima provoca una no leve dolencia psíquica nacional y una crisis económica sin precedentes (esto sí que lo tiene claro todo el mundo) a lo mejor hay que pensar en cambiar de política y suprimir el confinamiento. Pues no: más confinamiento, más cadenas, menos libertad.

De la misma forma y dado que son muchos más los que piensan -un 65,4% según ABC- que las medidas económicas de Sánchez no nos librarán de una crisis económica (y en esto tiene más razón que un santo) supongo que, ahora, exigirán más medidas en la misma dirección (más Estado y menos sociedad) cuando lo único que podría sacarnos de esta nueva crisis es adoptar la decisión opuesta: con el Estado del Bienestar que nos ha llevado a la ruina.

Comienzan los ataques a la Iglesia mientras los obispos, secundan a Sánchez y callan ante los fieles

Es decir, justo lo contrario de lo que pregona el Ejecutivo Sánchez: necesitamos volver a la propiedad privada: menos Estado y más sociedad. Lo del dinero púbico es un fraude público.

Lo dicho: España sufre síndrome de Estocolmo y la razón de este síndrome es la de siempre: el miedo, miedo el dolor y miedo a la muerte. Esperemos que la reclusión forzosa sirva para que algunos, o muchos, vuelvan a Dios, la única actitud, la conversión, que puede hacernos superar el miedo.

¿De verdad deseamos el Estado de Excepción? ¿Sabemos lo que significa? Por ejemplo, la posibilidad de que te detengan de forma arbitraria, durante 10 días, sin informar la juez en 24 horas. Los regímenes que lo han implantado siempre cometen las mayorías tropelías, los mayores atropellos, durante esas 24 horas, que a veces se convierten en desapariciones definitivas del detenido.

Con el Estado de excepción se suprimen el derecho de reunión, el de huelga, la privacidad, el secreto en las telecomunicaciones y se prohíbe… cualquier actividad que decida la autoridad porque atenta contra la seguridad. Por prohibir, se puede prohibir, y legalmente, hasta respirar, actividad que puede atentar contra la seguridad del Estado… seguro.

Esperemos que la reclusión forzosa sirva para que algunos, o muchos, vuelvan a Dios, la única actitud, la conversión, que puede hacerles superar el pánico

¿De verdad queremos un Estado de Excepción?

En el entretanto, comienzan los ataques a la Iglesia mientras los obispos secundan las teorías y las órdenes de Sánchez y callan ante los fieles. Justo ahora, cuando los fieles están más dispuestos a escuchar sus palabras. Es curioso, que muchos sacerdotes, por propia iniciativa, hayan decidido preocuparse de sus fieles sin esperar directrices de su obispo, y esto tanto de forma presencial y telemática. De este modo, se está forjando en España la Iglesia clandestina que, no lo duden, será perseguida directamente por el Gobierno en breve plazo, con un objetivo primero: la Eucaristía. Por de pronto, ya han conseguido, y antes de la declaración del Estado de Alarma, que los propios obispos hayan prohibido la Eucaristía. Nos hemos quedado sin misa, y la Iglesia, no lo olvidemos vive de Eucaristía.

Y por cierto, la derecha también colabora en este Síndrome de Estocolmo. El gran error de Santiago Abascal, la solicitud del Estado de Alarma, le convierte ahora en prisionero silente de Pedro Sánchez. Un gran error de Vox del que nadie sabe como saldrá.