El coronavirus no sólo ha puesto a prueba el sistema sanitario de nuestro país, sino también las energías renovables…, y hay gran incertidumbre sobre lo que puede significar. “Si las cosas no cambian, será necesario revisar los planes de desarrollo renovable a medio y largo plazo, como el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC)”, cuyo borrador actualizado fue enviado por el Gobierno a Bruselas el pasado 31 de marzo.

Así lo advirtió Kim Keats, director de Ekon Strategy Consulting (consultora de estrategia y operaciones), en un webinar (seminario web) titulado ‘El impacto de Covid-19 en la industria renovable a nivel internacional’, que organizó la consultora ATA Insights, especializada en este tipo de energía. Y entre sus argumentos, se basa en la caída de la demanda de electricidad que estamos viviendo, pues cuando esto sucede, significa que se necesita menos capacidad renovable para llegar al mismo nivel de penetración de las mismas.

En concreto, la demanda de electricidad ha bajado en las dos primeras semanas del estado de alarma, que se decretó el pasado 14 de marzo. En la primera (entre los días 16 y 22), bajó un 7,4%; y en la segunda (entre los días 23 y 29) lo hizo un 9,5%; mientras que en el conjunto del mes de marzo, el descenso fue del 4,6%, hasta 20.924 gigavatios-hora (Gwh). Pero es de prever que con el parón de los servicios no esenciales que se decretó el pasado 29 de marzo, la demanda eléctrica se desplome aún más en abril. Y podría emular a la demanda del gas, que ha caído un 25% por el parón de la industria en los primeros días del cuarto mes, hasta los 4.354 GWh.