“Muéstrame un hombre cuerdo y te lo curaré”, aseguraba Carl Jung. Tampoco tiene mucha importancia porque Jung era peor que su excompañero mente sucia, Sigmundo Freud: era uno de esos románticos fallidos que, por ejemplo, hablaba de “religiones”, así en genérico, y con ello se perdía al Dios Padre para convertirse en una adicto a la parasicología y a los espectros. ¡Menuda plasta!

El espíritu podemita se ha impuesto en Moncloa y el Plan de Recuperación peligra. En Bruselas insisten en su rechazo a la España “subvencionada”

Pero la frase se puede tomar por el lado irónico y entonces concluir que, en efecto, España, y hasta Europa entera, parece haber enloquecido. Y así, nos encontramos con una vicepresidenta económica del Gobierno Sánchez, Nadia Calviño, quien, una vez recuperado su papel teórico como jefa de la economía española -teórico, porque Pablo Iglesias la chulea cuando le viene en gana- se planta en un evento organizado por la agencia Bloomberg y nos asegura que los 140.000 millones de euros que España recibirá del Fondo de Recuperación europea, “espera”, llegarán en su totalidad y sin demoras. Todo ello mientras otro Consejo Europeo (últimamente los consejos europeos son como los consejos de ministros: casi semanales) no se pone de acuerdo ni sobre el coronavirus que asola Europa ni para soltar un dinero que ya acordaron soltar.

Nadia Calviño sólo es otra socialdemócrata indolente, una eurócrata en toda regla. Sólo sabe otorgar  subvenciones, no proyectar inversiones

En efecto, Calviño no está loca, así que debemos curarla. En primer lugar, el dinero europeo es reversible: podría no llegar. Clama Christine Lagarde por la concesión inmediata, pero en la decadente Europa la generosidad no es un mandamiento, es sólo una intención, además, sospechosa. A Calviño la creían una mujer que no jugaba con las cosas de comer y ha demostrado que, con tal de seguir aferrada al cargo, y aunque ya ha amagado por dos veces con la dimisión, no tiene capacidad de acción ni ideas que convertir en acción.

El patrón Antonio Garamendi no ayuda: lo único que solicita es más ayudas públicas para sectores en apuros. Es decir, más subvenciones estatales y más endeudamiento público

En otras palabras, Europa retrasa el plan de recuperación por dos razones:

1. Por egoísmo. El proyecto Europeo actual se ha vuelto ‘racista’ con la Europa del sur. De los padres fundadores de la Unión Europea, que tenían un proyecto generoso y de reconciliación, ya sólo queda el recuerdo. 

2. En segundo lugar, y me temo que en este punto Bruselas se carga de razón, España no presenta proyectos de reindustrialización. Otorga subvenciones, no proyecta inversiones.

Alguien debería decirles a Calviño y a Garamendi que el español de bien no quiere limosnas: quiere empleo, quiere trabajar

Es el fracaso de Nadia Calviño ante su querida Bruselas, donde ejerció como eurócrata. No es una moderada frente a los radicales de Podemos, Calviño más bien es otra socialdemócrata indolente. Está cuerda: tenemos que curarla.

Y el jefe de la patronal, Antonio Garamendi, no ayuda: lo único que solicita es más ayudas públicas a empresas en dificultades. O sea, más subvenciones y más endeudamiento público.

Alguien debería decirles a Calviño y a Garamendi que el español de bien no quiere limosnas: quiere empleo, quiere trabajar.