Es la gran proyecto de la familia Botín, que volvería a sus orígenes. Recuerden, Emilio Botín López repartió su actividad bancaria entre sus dos hijos: Emilio, el primogénito, se quedó con el Santander, mientras Jaime, desde el Banco Intercontinental Español (BIE), embrión de Bankinter, creó una entidad que se convertiría en líder del sector.

Ahí nacieron dos dinastías: de Emilio Botín, Ana, la primogénita sucedió a su padre en el Santander mientras Jaime Botín nombraba a su hijo Alfonso vicepresidente ejecutivo de Bankinter. Se separaban dos patrimonios. Y ahora, veinte años después, las dos ramas familiares se plantean de nuevo la unión.

La familia Jaime Botín controla más del 20% de Bankinter. Los hermanos Botín no alcanzan el 0,70% del Santander

Coinciden dos cosas: el ataque de los fondos a Ana Botín, que tuvo su máximo exponente, hasta ahora, con el asunto Orcel. No se engañen, la historia oficial podrá decir lo que quiera pero lo cierto es que Andrea Orcel era el hombre enviado por los inversores institucionales para hacerse con el control del Santander. Cuando Ana Botín cae en la cuenta reacciona y le expulsa, recuperando a José Antonio Álvarez para la consejería delegada.

Y dos, los fondos insisten con su  teología financiera WASP: no nos gusta la banca doméstica, no nos gustan las dinastías bancarias… no nos gusta que un banco español sea uno de los mayores del mundo: echemos a Ana Botín.

Al mismo tiempo, en Bankinter, el horizonte penal de Jaime Botín se ha complicado mucho en enero y más en febrero. El pasado 10 de abril cumplió 84 años de edad y aunque es cierto que no es consejero de la firma también lo es que las grandes decisiones pasan por él. De hecho, Mariló Dancausa las despacha con él, no con el presidente, Pedro Guerrero ni con el vicepresidente ejecutivo, Alfonso Botín. Porque no se engañen: entre Dancausa y Botín tampoco hay química.

En Bankinter la desconexión definitiva de Jaime Botín puede causar problemas entre su hijo, el vicepresidente Alfonso Botín, y la CEO, Dolores Dancausa

Tampoco se entienden los hijos de Emilio y los hijos de Jaime, pero eso es cuestión menor. En una entidad fusionada Santander-Bankinter, la presidenta sería Ana Botín y Alfonso se quedaría en una postura similar a la de Javier Botín; tenedora del patrimonio familiar que, por cierto, no es moco de pavo.

Industrialmente hablando, la fusión Santander-Bankinter tiene sentido, en el sentido de que lo que Ana Botín busca es… un Bankinter. Es lo más parecido que existe en España a una banca personal, incluso con tendencia a la banca privada. Eso sí, al Santander le sobra red en España y Bankinter es… España.

El Santander es diez veces Bankinter, pero no olvidemos que Jaime Botín controla el 20% de la entidad, mientras los Botín O’Shea apenas alcanzan el 0,70% del Santander. La semisuma aumentaría más la participación y hecho a precio de mercado no tendría por qué tener mucho sobrecoste.

Como negocio, la fusión entre Santander y Bankinter tiene un valor añadido: Ana Botín quiere convertir al Santander en Bankinter

No olvidemos que el enemigo común son los fondos y que el futuro de Bankinter tampoco está tan claro. Al final, es unir patrimonio familiar frente a los fondos. Eso suena bien. No me extraña que se esté planteando.