El ‘Bitcoin’ nació con tres objetivos: forrarse por la vía especulativa, hacer trasferencias de fondos al margen del sistema bancario y “generar un ecosistema”, es decir, crear un mercado.

La verdad es que 13 años después sólo ha conseguido el primero: es un instrumento de especulación y hasta los profanos empiezan a caer en la cuenta de esta condición cuando un bitcoin ha llegado a valer 50.000 dólares.

Las monedas virtuales no tienen referencia y no tienen otro objetivo que la especulación. Y encima son ‘hackeables’

Empezando por el final, recuerden que hablamos de una moneda virtual. Eso significa que es una moneda 'hackeable'. Sí, nadie lo ha conseguido hasta ahora, pero considerando que su valor no lo fijan los deseos de compra y venta de los tenedores sino un simple algoritmo... ese es el terreno de los piratas.

Sin referencias, sin origen, con una simple empresa dedicada al canje, sin regulación… ¿se imaginan lo que podría hacer un pirata informático? Y no me digan que el sistema es inexpugnable: los sistemas inexpugnables no existen en lo digital, en lo virtual, en lo intangible.

En resumen, el bitcoin no tiene referencia (si se produce una caída generalizada nadie va a responder por él) y encima es una escondrijo para el blanqueo de dinero. Emitir moneda es algo muy serio: los medievales, gente inteligente, condenaban a muerte al emisor fraudulento de moneda.

Además, el océano de liquidez en el que nos movemos podría dispararse con las criptomonedas.

En la economía financista, nadie quiere ser empresario, todos quieren ser financieros. ¿Y dónde queda el bien común?

Un paso más. El euro, o cualquier otra moneda tradicional, no es un fin, es un medio para comprar y vender. Ahora bien, por ahora, el bitcoin es otra cosa. No puedes comprar una casa con bitcoins porque a ver cómo te las arreglas para introducirlo en el registro de la propiedad. Por tanto, no sirve como sistema liquidadora de deudas... salvo que a Tesla y Apple les de por dispararla.

Pero éticamente, es decir, en profundidad, no olvidemos que el hombre es un ser moral, así que lo importante es otra cosa. Lo importante es que el bitcoin es especulación pura. Lo que San Juan Pablo II llama una economía financierizada, lo que prefiero llamar, porque no me gustan las palabra largas, economía financista. Cuando las finanzas se alejan de la economía real, en lugar de crear empleo crean burbujas que benefician a unos pocos a cambio de destrozar la economía real, la que crea un producto o un servicio para el bien común. Insisto, existen monedas porque la gente necesita comprar y vender para vivir. Pero el bitcoin es una moneda que se cree fin, no medio. Si ya vivimos en un océano de liquidez monetaria asusta pensar el nivel de especulación al que podríamos llegar con las criptomonedas disparadas y convertidas en referencia monetaria. Solución: necesitamos que nos vuelva a gustar más el empresario que el financiero y necesitamos que la sobreabundancia de dinero no devalúe toda la economía mundial.

Si algo hemos aprendido del universo digital es que no puede sobrevivir sin el universo tangible

Lo peor que nos puede pasar no es que el bitcoin fracase, lo peor que nos puede ocurrir es que triunfe.

Y la última enseñanza: si algo hemos aprendido del universo digital es que no puede sobrevivir sin el universo tangible.