Conste que Mario Draghi es un tecnócrata. Por tanto, un tipo que no me gusta. Un país debe ser gobernado por aquel que gana las elecciones, no por el más listo… entre otras cosas porque el termómetro oficial de la sabiduría varía de año en año, cuando no de mes en mes.

No sólo eso, Mario Draghi es un tecnócrata de la subespecie monetarista, el peor tipo de tecnocracia en este siglo XXI. Es el hombre que colaboró desde Europa -motor ideológico del mundo, dado que no es ya el motor tecnológico- a desbordar aún más el espantoso océano de liquidez en el que se mueve la economía mundial de ahora mismo. Su discípula, Christine Lagarde, es Draghi corregido y aumentado.

Vivimos la era de la ‘irresponsabilidad ilimitada’ en la fabricación de dinero. Es el espejismo que oculta que, algún día, al paciente habrá que retirarle la anestesia

Con ella, la era de la irresponsabilidad ilimitada en la fabricación de dinero ha alcanzado cotas impensables y ha devaluado toda la economía mundial, empezando por los salarios. Por eso cada día nos cuesta más llegar a fin de mes.

Recuerden que Lagarde se ha comprado toda la sobredeuda emitida por el gobierno español para paliar los efectos del virus, pero esa deuda tendrán que pagarla los españoles algún día, por ejemplo, ya mismo.

O sea, que Draghi no me cae nada simpático. Pero hay que reconocer que desde que es el primer ministro de Italia, este recriado en banca de inversión ha optado por la sensatez. El programa económico para Italia, presentado el miércoles por el exBCE, es un mesa con tres patas: reducción de impuestos, no a las subvenciones o derroche de dinero público y reindustrialización de Italia.

Los políticos europeos emiten tal cantidad de deuda que están hipotecando a la siguiente generación

Justo lo contrario de Pedro Sánchez: en España, Podemos se dedica a derrochar el dinero público y a destruir la propiedad privada, mientras Nadia Calviño se dedica a tranquilizar a Bruselas acerca de los excesos de Podemos.  

Al menos, el dinero europeo, es decir, también español, así como la enorme deuda emitida, debería servir para reindustralizar España y esto… aunque fuera con empresas públicas. A grandes males, grandes remedios. Por contra, lo único que ha hecho el gobierno Sánchez es derrochar el dinero público en subvenciones y créditos con alta morosidad, que han servido para paliar el dolor del paciente, es decir, como anestesia. Pero algún día habrá que despertar al paciente, a la economía española, habrá que quitarle esa anestesia. Y entonces…