Alemania ha entrado en recesión tras sufrir una caída histórica: el PIB del segundo trimestre cayó un 9,7%, mucho más que en el mismo periodo de 2009 (-7,9%). Sin embargo, el desplome más preocupante es que el PIB ya es un 11,3% inferior al de hace un año.

Eso sí, la mayor economía de Europa prefiere presumir de que en el segundo trimestre, el PIB cayó un 9,7% y no un 10,1% como preveía hace unas semanas. Un porcentaje que es inferior al registrado en otros países del viejo continente: Reino Unido (-20,4%), España (-18,5%), Francia (-13,8%) e Italia (-12,4%).

La Oficina Federal de Estadística (Destatis) ha destacado el “masivo desplome de la demanda interna e internacional”. En concreto, entre abril y junio, el consumo privado se desplomó un 10,9% respecto al primero; las inversiones en bienes de equipo, un 19,6%; y la construcción bajó un 4,2%; mientras el gasto público se incrementó un 1,5%. Por su parte, las exportaciones se hundieron un 20,3% y las importaciones, un 16%.

Y todo esto ha tenido su repercusión en el mercado laboral alemán: se han perdido 574.000 empleos en el segundo trimestre por el impacto de la crisis del coronavirus, situando la cifra de ocupados en 44,7 millones. La pandemia también ha elevado el déficit público, que en el primer semestre, se ha situado en el 3,2% del PIB, debido a que las administraciones públicas alemanas han gastado 51.600 millones más de lo que han ingresado… Una situación muy distinta a la de hace un año, cuando tenían un superávit de 46.500 millones.