• El caso del grupo andaluz se parece cada vez más al de Pescanova, una trampa en la que los bancos no querían caer.
  • Y si la situación como acreedores cambia, también su control sobre el capital o su poder en las desinversiones. El Santander es el banco español con más riesgo.
  • Entre esas desinversiones está Atlantica Yield, como una garantía de cobro por la deuda: sólo la banca puede levantar la pignoración.
  • Cunde la idea entre los bancos de que también ahí ha jugado sucio Abascal, no sólo los Benjumea, por la traición con Yield.
  • Siguen las negociaciones sobre el porcentaje que retendrán los Benjumea, inferior al 8% en derechos de voto.
Nuevo giro en las negociaciones entre Abengoa y los bancos acreedores, que finalmente se han rendido ante un imponderable: la capitalización de la deuda del grupo andaluz. Será con condiciones, pero no le ha quedado otra. Y eso puede llevar aparejado que el Banco Santander, que lidera el steeting committe (comité ejecutivo) para negociar, se convierta en el principal accionista de Abengoa. Si los acreedores pasan a ser propietarios, el papel del banco de Ana Botín será clave por el volumen de crédito a la energética. El cambio respecto a diciembre, cuando negociaron la inyección de 113 millones de euros, es brutal, para que lo entiendan gráficamente. Si algo tenía claro entonces la banca es que ayudarían a evitar la liquidación de la compañía, pero por fórmulas que no pasaban por capitalización de deuda o la búsqueda de un equipo gestor (que ya habían intentado, por cierto pero sin éxito), sino por la venta de activos y por poner fecha al principio y el final del proceso. ¿Cómo? Entregando al juez el mismo día -el 28 de marzo en concreto, vencida la fase de preconcurso- los documentos de concurso de acreedores y convenio de acreedores. En otras palabras, no querían cargar a sus espaldas con otro caso como el de Pescanova, cuya deuda sí capitalizaron y cuyo proceso para salir del concurso de acreedores tardó dos años. Sus planes apuntaban a la supervivencia de Abengoa, eso sí muy jibarizada, nada más. Pero si aceptan capitalizar la deuda -la gran novedad-, la situación de los bancos acreedores en Abengoa comienza a ser un calco de lo vivido en la empresa pesquera gallega. No les quedarán alternativas, por ejemplo, en la medida en que vayan venciendo emisiones. ¿Qué ha cambiado, además de la capitalización de la deuda? Ahí tienen el segundo ingrediente para comprender el giro en esta historia. Con ese paso, los bancos acreedores y los bonistas, en la parte que corresponda a cada parte, serán los que controlen el capital que no depende de la familia Benjumea. Dicho de otro modo, pasan de acreedores a propietarios y a los Benjumea, que todavía controlan el 54% de Abengoa, a través de la sociedad Inversión Corporativa, los van a tener en frente no al lado. Y esa propiedad está vinculada al riesgo asumido. Por esa vía, el Santander se convertirá, en principio, en el principal accionista del grupo por su volumen de deuda. Según la lista sobre el reparto de la deuda, a la que accedió Hispanidad en noviembre, a raíz de las negociaciones con los vascos de Gestamp, el banco español con más riesgo es el Santander: 125 millones de euros en préstamos corporativos, 1.025 millones en capital circulante y 381 millones en líneas de crédito por los proyectos en marcha (project finance). En total, 1.558 millones. Ahora bien, que se convierta en primer accionista dependerá también de otros aspectos como los resultados de la venta de activos o del papel de los bonistas. El valor de las emisiones, a noviembre, ascendía a 4.440 millones. El Santander lidera, precisamente por su posición de riesgo, el steeting committe para negociar con Abengoa. También están ahí, por igual motivo, HSBC, Bankia, Popular, CaixaBank y Sabadell. Que los bancos no se fían de los Benjumea ya se lo hemos contado. El punto en discordia -en realidad, uno de los tantos sustos para la banca- fue el crédito de 100 millones, no amortizado en diciembre, a una de las patrimoniales de las que depende el control de los Benjumea. ¿Y cuántos sustos pueden llegar? Ese es el problema. La banca cedió y ejecutó, de muy mala gana, una parte de las acciones, las B, sin derecho a voto   -lo más parecido a una capitalización de deuda-, para que los Benjumea mantengan el control. Esa situación también ha cambiado. No que no se fíen de los Benjumea. Sobre eso no hay novedades, e incluso va a más. Lo que ha cambiado es el paso al frente para capitalizar la deuda y ampliar su poder en Abengoa. Ojo, pero porque no les ha quedado otro remedio: a fuerza ahorcan. ¿En cuánto quedará entonces el poder de los Benjumea? Ese es otro de los frentes de batalla en esta guerra. No hay acuerdo todavía para que retengan el 8% de los derechos de voto. No se ha concretado todavía en qué quedará la participación de los Benjumea después de una operación acordeón, si fuera necesaria -no lo desean-, para garantizar el correcto funcionamiento de la empresa. Y si digo que es uno de los frentes bélicos es porque los Benjumea, al igual que hicieron Fernández de Sousa o Demetrio Carceller en Pescanova, querrán hacer valer su parte. ¿Y cuánto vale? Los bancos creen que muy poco: es una empresa en ruina. Recuerden la posible simetría con Pescanova: Demetrio Carceller, segundo accionista, y otros querían un peso mayor en la nueva Pescanova, poniendo sobre la mesa sus derechos políticos. Todo apunta a que los Benjumea mantendrán un porcentaje inferior al 8%, y el resto del capital, hasta el 100%, quedará entre los bancos acreedores y los bonistas. Otro frente de las negociaciones afecta al equipo del actual presidente ejecutivo, José Domínguez Abascal. Y entre la banca también hay quejas por su papel. En plata, cunde la idea de que también ha jugado sucio, como los Benjumea. La razón esencial se la contamos este martes,12, al apuntar la operación contra la banca, haciéndose fuerte en Atlantica Yield. El planteamiento de Abascal ha sido que los bancos pierdan la prima de control sobre la filial americana de cara a una venta y eso, para los acreedores, ha sido lo más parecido a una traición. La mayor parte del 40% que posee Abengoa en esa filial está pignorado por los bancos. En concreto el 36% de ese 40%. Los bancos tienen claro que Atlantica Yield entra en las desinversiones del grupo andaluz y serán los acreedores los que tendrán que autorizar, después de que se lo soliciten, el levantamiento de la pignoración en el momento de la venta. No sólo eso. También tiene claro que el dinero que se obtenga serviría para repagar la deuda, razón por la que figura como garantía de los créditos. Y el resto del importe se destinaría a la tesorería de Abengoa. El intento de Abascal, sin embargo, es desmarcar a los acreedores de Atlantica Yield, aprovechando que tiene sede en Londres y cotiza en Nueva York. Y para para defender la independencia de la filial respecto a la matriz se apoyan en la legislación concursal británica y los documentos entregados al regulador bursátil americano (SEC). Pero añadan que esa pelea se suma a otros gestos de Abascal que tampoco han gustado a los bancos, como los términos en los que se comunicó a la CNMV el acuerdo de liquidez o la táctica de aferrarse a las facilidades del artículo 5 bis de la Ley Concursal para frenar las ejecuciones judiciales por los pagos. Eran los momentos -principios de enero- en los que la banca advertía que no habrá más liquidez si no hay venta de activos. O sea, llueve sobre mojado, también sobre las desinversiones que tiene que hacer el grupo andaluz. Mientras tanto, corren en paralelo las negociaciones para una nueva inyección de liquidez, como los 113 millones de diciembre, para poder pagar las nóminas y afrontar las necesidades básicas de funcionamiento. Abengoa las ha situado en torno a los 160 millones de euros. La negociación sigue su curso, aunque los bancos tienen en cuenta que puede ser menor si se acelera la venta de activos o si se negocia con terceros el aplazamiento de los pagos de deuda. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com