Volvemos a hablar del famoso avión militar de transporte A400M fabricado por Airbus, pues el eje franco-alemán amenaza a España con posibles cierres. Aunque eso sí, no lo dicen tan abiertamente.

El CEO de la división militar del gigante aeronáutico europeo, el español Fernando Alonso, ha señalado que si no aseguran exportaciones de dicho avión en los próximos cuatro o cinco años, tendrán que tomar otras medidas. Estas se añadirían a la decisión ya tomada de reducir el ritmo de producción desde los 15 aviones de este año a ocho para 2020. 

Sin embargo, no es la primera vez que Francia y Alemania tratan mal a España en Airbus. En el accionariado, nuestro país pinta poco porque sólo tiene un 4,1%, menos participación que los fondos, mientras Francia y Alemania poseen un 10,9% cada uno y son los que mandan. Además, no han tenido reparos en utilizar el accidente del A400M, que tuvo lugar en las inmediaciones del aeropuerto de Sevilla el 9 de mayo de 2015 y en el que fallecieron cuatro militares españoles y otros dos resultaron heridos de gravedad, para calumniar a nuestros ingenieros y militares. 

De los 174 aviones pedidos, sólo se han entregado 63, y de los ocho países compradores, Francia, Alemania y España son los que más unidades han encargado

Una gran mentira donde han olvidado que el A400M se monta en España, pero con piezas diseñadas y fabricadas en Alemania y Francia. Es decir, que la mayor parte de los fallos son culpa de alemanes y franceses.

El A400M es una china en el zapato para Airbus, pues acumula unas pérdidas de 8.000 millones de euros sobre un presupuesto de 20.000. Es decir, de un 40%, lo que supone un gran fracaso. También lleva mucho retraso: de los 174 aviones pedidos, sólo se han entregado 63, y de los ocho países compradores, Francia, Alemania y España son los que más unidades han encargado, ¡qué casualidad!, pues son los tres accionistas del gigante aeronáutico europeo. Y a todo esto se suman bastantes problemas técnicos.

Por tanto, a pesar de que Airbus intenta ahora vendernos el A400M como un éxito, no es otra cosa que un rotundo fracaso, pues reconocen que subestimaron la complejidad de un proyecto de esta naturaleza.