Los políticos españoles del momento son cobardes. Por eso, se dividen en dos: los que se dicen feministas y los que matizan su feminismo. Pero ninguno se atreve a decir la verdad: que el feminismo es la ideología que ha provocado la guerra más cruel y absurda de todas, la guerra de sexos, media humanidad contra la otra media, y que trae como consecuencia la despoblación del país… por no mencionar su cretinización colectiva. Las posturas, más ridículas que radicales, del feminismo español no tienen parangón en ningún otro país del mundo. Pero nadie se atreve a decir que el emperador va desnudo.

La España amedrentada: ¿qué mujer –o qué varón– se atreve a decir que no es feminista? Y aunque se atreviera, sería silenciado

Somos, en verdad, la primera potencia mundial en disparates feministas. En España todo vale, hasta la mayor necedad, como castigar a los niños varones sin recreo, si se perpetra en defensa del género femenino.

Nadie en España, inoculado de virus, se atreve a decir lo del Papa Francisco: el feminismo es machismo con faldas.

En este sentido, la macedonia mental del el Gobierno Sánchez alcanzó el jueves 7, víspera de la gran huelga feminista del 8-M, su máximo esplendor: mientras Sánchez afirmaba que el feminismo es transversal y no obedece a ninguna ideología, su segunda, la vicepresidenta Calvo aseguraba ser socialista por feminista. Al parecer, para la vice el feminismo sí tiene ideología

El estado mental del Gobierno: “el feminismo no pertenece a ninguna ideología” (Sánchez); “somos socialistas porque somos feministas” (Calvo)

Y así, ninguna mujer en España –y pocos hombres- se atreven a decir que no es feminista, que no necesita estropear su feminidad con su feminismo. Recuerden lo que le ha ocurrido a Isabel Rábago por atreverse a asegurar que no era femenista: ha sido crucificada.

Por lo demás, la aversión del feminismo a la maternidad –a la mujer madre las feministas le otorgan el papel de mujer idiota- nos convierte en el segundo país del mundo por baja, bajísima, natalidad. El feminismo antimaternal, ha triunfado en España con tal éxito que nos ha convertido en un país avejentado y decadente que ni tan siquiera puede pensar en crecer porque ha de abonar unas pensiones crecientes, inabordables y, al tiempo, pagar una deuda púbica que ha envejecido a la siguiente –y magra- generación de españoles.

Monjas feministas: el virus feminista se ha inoculado también en la Iglesia

Todo lo anterior se lo debemos al feminismo. Es decir, a ese “machismo con faldas”, como lo definió el Papa Francisco. Y hoy lo celebramos en España por todo lo alto. Y pobre de aquel que se atreva a oponerse a la marea.

Monjas feministas: el virus se ha inoculado también en la Iglesia. RTVE no deja de lanzar testimonios de monjas progres que secundarán la huelga del 8 de marzo conta el machismo. Es una reivindicación imprescindible. Exactamente, ¿en qué estarían pensando estas monjas cuando emitieron sus votos?

Pero no se angustien: algún día regresará el sentido común y el feminismo terminará, o volverá a la sensatez.