Sr. Director:

Para algunos historiadores y ensayistas carentes de objetividad y seducidos por la leyenda negra anticatólica, aún persiste la gran mentira de Voltaire, quien atacaba a las cruzadas como un signo de barbarie y violencia sin límites. Posiblemente pensaba en él mismo, quien amansó una gran fortuna con el tráfico inhumano de esclavos.

Después de los ataques terroristas islamistas que destruyeron las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, algunos políticos como Clinton y Obama, así como algunos diarios como The New York Times, intentaron relacionar aquellos ataques del 11 de septiembre 2001 con las cruzadas, simulando una relación causa efecto a posteriori.

La tesis de Voltaire la sostiene hoy en su libro 21 Lecciones para el siglo XXI Yuval Noah Harari, quien, sin aportar ningún documento, reduce el tema de las cruzadas a una simple y horrorosa matanza.

Para este autor, las cruzadas no estarían motivadas principalmente por la necesidad de proteger a los peregrinos que acudían a venerar los Santos Lugares, víctimas de ataques continuos por parte de los musulmanes que en vida de Mahoma ya iniciaron las incursiones en áreas cristianas. En el año 638 Tomaron Jerusalén, después de penetrar en Tierra Santa. En 1009, bajo la dirección del califa Al Hakim, los musulmanes destruyeron la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, la espléndida basílica construida por Constantino, precisamente su madre Santa Elena fue quien más se destacó por venerar y reverenciar los Santos Lugares del Cristiandad. La profanación del Santo Sepulcro, el más sagrado de todos los santuarios cristianos, suscitó en la Europa Cristiana rechazo y profunda indignación.

Las cruzadas para los enemigos de la Iglesia católica habrían estado motivadas por el brutal colonialismo europeo tesis defendida contra toda justicia histórica por la exmonja y Premio Princesa de Asturias, Karen Amstrong. Las cruzadas, según estos autores, habrían sido promovidas por los papas adictos a la pólvora que deseaban convertir a los musulmanes de cualquier forma y a cualquier precio. Para estos autores, sin más fundamento que sectarismo histórico, son una mancha negra de la historia de la Iglesia católica. Estos historiadores vienen a sostener que los cruzados fueron unos bárbaros que trataron con brutalidad a todos que se topasen en su camino, dejando la cultura musulmana en ruinas.

Pero la realidad histórica de las cruzadas nada tiene que ver con los falsos testimonios de los enemigos de la Iglesia. Como afirma con argumentos definitivos en su interesante obra un autor nada sospechoso, por no ser católico, Rodney Stark, prestigioso sociólogo de la religión, Falso Testimonio: “Las Cruzadas fueron provocadas. No representaron el primer asalto del colonialismo europeo. Los cruzados no fueron bárbaros que se ensañaron contra los cultos musulmanes. Las cruzadas no son una mancha en la historia de la Iglesia católica. No es algo de lo que Occidente tenga que disculparse. No fueron organizadas para conseguir tierras botín o conversos