Sr. Director:

FF.AA. son en la actualidad una de las instituciones más valoradas por los españoles, entre otros motivos por la entrega y el esfuerzo por la paz de los hombres y mujeres que las integran. Por eso es muy importante la decisión de la nueva ministra de Defensa, Margarita Robles, de conservar la cúpula militar que le ha dejado su antecesora, María Dolores de Cospedal. Las FF.AA. son una institución de Estado, y no pueden estar sometidas a las veleidades antimilitaristas de algunos políticos, que las critican aquí mientras las alaban en los estados totalitarios, en los que los ejércitos sostienen las dictaduras.

Algunos partidos políticos y en ciertos ambientes aún no se han superado los recelos frente a los militares y pretenden, incluso, cuestionar su misma presencia en algunas lugares de España. Además desde círculos políticos populistas y demagógicos pretenden sustituir, como decía recientemente el general responsable en el Parlamento de forma gráfica y significativa: armas por  mantequilla. Puro pacifismo militarista del que no hacen ningún caso los países en los que se miran y tienen como referencia ideológica y política: Corea del Norte, Cuba o Venezuela.

Una de las misiones más necesarias y urgentes de nuestras FF.AA. es proteger a los españoles de la amenaza yihadista. Los recientes acontecimientos están demostrando que España es de hecho un objetivo prioritario. Que el terrorismo yihadista puede golpear, causar muchos y graves daños se puede verificar casi a diario. En Siria, Irak, y en otros países de Asia y África, los cristianos son continuamente martirizados ante la indiferencia de la opinión pública mundial. El Papa Francisco no cesa de clamar por estas terribles persecuciones.

En España, tanto el Ministerio del Interior como el Ministerio de Defensa, han advertidos con serenidad que Nuestra Nación es objetivo constante del Yihadismo. Para algunos españoles descerebrados, estas advertencias son alarmistas y carecen de importancia. Además sostienen que tales preocupaciones pueden entorpecer la afluencia de turistas alegres y confiados, como si España fuera un paraíso turístico despreocupado en cuestiones de seguridad, defensa y unidad territorial nacional, misiones que la Constitución atribuye a las FF.AA.