¿Qué es el pueblo?  ¿Dónde está el pueblo? ¿Son las casas agrupadas en el valle, la montaña? O los grandes conglomerados de multitudes en ciudades, allí donde nacemos, vivimos, sufrimos y amamos. O somos tú y yo, y éste, aquel y los otros que por ellas transitamos. Tú y yo, y los otros y aquellos, de ser o existir dejamos, cuando del pueblo hablan.   O somos gente, la gente de la que también se habla, o parlamentan en nombre de nosotros sin ser tú, o yo o ellos, pues no existimos para los que parlotean en nombre del pueblo.   No conocen lo que sentimos, lo que pensamos, lo que sufrimos. Ni les importa lo que queremos, lo que amamos, lo que vivimos.   Quien con mayor ostentación habla de la gente, del pueblo, sólo es para manipularlo en sus fines y provecho. El que se sumerge, o se baña en multitudes de gente, evitar sus propias responsabilidades busca incansablemente.   El que en nombre del pueblo, militantes y otra gente, comercia su destino, convierte al pueblo en un comercio.   Y el que invoca la voluntad libre del pueblo, en un rebaño en su redil, muda al pueblo. Y si adula la inteligencia del pueblo, a ese pueblo lo torna en mudo y ciego.   ¡No te envuelvas en la cantidad, ya que desnudo estás! ¡No te escudes en el pueblo, en la gente! Existimos solo éste, el otro, aquel, o yo. Hasta la infinitud. J. R. Pablos