Sr. Director:

Repetiré una vez más lo que yo he vivido. La década de los sesenta fue el comienzo. La Iglesia es la base de la sociedad. Si la Iglesia pierde su identidad la sociedad quedará indefensa. La Iglesia tiene que proclamar y llevar al mundo según mandato de Cristo,  lo divino, lo sagrado, lo trascendente, la fe en una Persona que a la vez es Dios, Cristo Jesús. Se pretendió hacer una Iglesia nueva, social, que tenía que ir al mundo y fue al mundo, pero se mundanizó por que faltaba la fe, la oración, la eficacia de la Gracia. El sacerdote tiene que ser santo, si se ordena sacerdote para conseguir un empleo, está traicionando gravemente a Cristo que le hizo participar mediante la Iglesia, de su poder de perdonar los pecados y ofrecer el Santo Sacrificio, convertir el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, es decir, la Divina Eucaristía. Pero ¿por qué no hay vocaciones sacerdotales? Volveré a repetir dos casos relacionados con esto. El primero, un compañero de trabajo tenía un hijo en el seminario, hablo de aquella época; como sería la formación que recibían en el seminario, que un día irrumpió en una clase en el seminario y dijo: Muchachos, los mejor que podéis hacer es volveros a vuestras casas. Otro caso, también compañero de trabajo, mucho después de la década de los sesenta, era joven, dejó el trabajo y se fue al seminario. Ya sacerdote me le encuentro un día e iba vestido de seglar, le pregunto que por que no va vestido de cura y me dice que ahora hay que poner el acento en otra cosa. Esto que sigue lo añado, para tratar de explicar esa falta de vocaciones; no hace mucho tiempo puse un correo al párroco de una iglesia, pues en la consagración no hizo ningún gesto de adoración, unos días después, en la calle, me llamó y dijo que iba a hacer lo que yo decía. Con esto quiero indicar que hay muchos sacerdotes con buena intención, que han recibido una formación como “buenos chicos” servidores de los pobres. Por tanto es imposible que haya vocaciones sacerdotales en esos ambientes mundanizados, ni tan siquiera llevan un distintivo que muestre que es un sacerdote. Esta Iglesia mundanizada, desacralizada convertida en una ONG tiene que desaparecer. Ya hay sacerdotes santos que son los que quedarán para la nueva era, que vistos los acontecimientos actuales, no se demorará mucho,  Los que perseveren hasta el final se salvarán.