No, no se trata de una clínica abortera donde cada día se asesinan seres humanos, sino de una protectora de perros y gatos, cuya propietaria ha sido condenada a pena de cárcel por matar animales.

Aplicaba productos eutanásicos sin sedación. Hombre, yo pensaba que en un ser irracional, eutanasia y sedación son la misma cosa. Todo ello para que quede claro, asegura el cronista, que causar dolor a los animales no puede quedar impune. Y luego está lo del jabalí despeñado, gravísimo episodio con el que todos, y todas, nos hemos rasgado las vestiduras. Al trullo. Resumiendo: si en la precitada clínica abortera te dedicas a matar seres humanos inocentes e indefensos no serás perseguido sino alabado, como ejecutor -nunca mejor dicho- del derecho al aborto. Sin embargo, si matas a animales porque no tienes dónde colocarlos, te espera el descrédito público. El abortista mata al prójimo; quien mata a un animal sin necesidad (he dicho sin necesidad) sólo se vitupera a sí mismo. Es un tipo sin sensibilidad, pero no un homicida.

Hispanidad redaccion@hispanidad.com