Dos horteras en el Reino Unido de la Gran Bretaña: el Príncipe Harry y su esposa, Meghan Markle, no dan un paso atrás sino adelante, hacia el proscenio cuando anuncian que abandonan la Familia Real y que se ganarán la vida por su cuenta.

Aspiran a tener un vida privada, pero lo hacen desde su patrimonio acumulado como miembros de la Casa Real británica y que, -es lo que se ha publicado, aunque no son cifras oficiales- rondaría los 50 millones de euros.

Con ello se desvinculan de todas sus obligaciones como miembros de la Casa Real y pasan por gente del pueblo, que nada quiere saber de nada.

Con su decisión, aparentemente modesta no hacen otra cosa que escaquearse de sus obligaciones. A doña Meghan nadie le advirtió que el lujo de salir en el papel ¡uché también conllevaba una vida complicada, más que compleja y sin mucho tiempo para uno.

La discreción de un Rey consiste en exhibirse sin enseñarse. Ser miembro de la Casa Real no es un derecho es un deber, príncipe Harry. Y un pestiño de mucho cuidado. No vale huir.

¿Qué quiere usted trabajar por su cuenta? Excelencia, a usted nadie le va a contratar como mensajero y a lo mejor no le quieren contratar para un puesto de responsabilidad… porque usted no tiene ninguna experiencia en ningún puesto de responsabilidad.

Gracias a su condición natalicia, usted ha tenido una vida que casi nadie ha podido tener. Así que ahora nada de huir: se fastidia y colabora en la pompa y beato de la institución regia, un verdadero peñazo. Y eso de ganarse la vida por su cuenta suena bien pero no se lo cree ni usted aunque sólo sea porque el mayor gasto que genera un miembro de la Familia real es el de seguridad. ¿Se lo pagará usted?

Al parecer, Felipe VI no fue el único que eligió mala esposa.