Milicianos anarquistas procedentes de Barcelona incendiaron y saquearon el Monasterio de Sigena al poco de estallar la guerra Civil. Como muy buen explica Alex Navajas, en La Contra TV  tiene narices que  los nietos de quien destrozaron el convento clamen ahora contra la reacción española que ha obligado a demoler a los cuadros a Sigena. Pero este es el espíritu de la memoria histórica, que más bien parece manipulación de la historia. La caradura de la izquierda independentista catalana, con la CUP a la cabeza, es la misma que quiere convertir la catedral de Barcelona en un centro comercial. Pero el origen no está ni ERC ni en la CUP ni en ninguna otra memez separatista. El origen se remonta a un tal Zapatero, de infausta memoria y poderosa desmemoria, nos hizo retroceder casi 70 años hasta el odio -aquí sí, odio- de la II República y la guerra civil contra la fe católica.  Cuando se entra en el fenómeno 1984, la manipulación de la historia,  el problema es grave porque estamos manipulando nuestro mismo origen.  O sea, que acabaremos por no saber quiénes somos. Hispanidad redaccion@hispanidad.com