Hace un par de meses, parecía que Ezentis quería levantar el vuelo de la mano de Ericsson, tras haber vuelto a pérdidas en 2017, pero lo que entonces tenía aspecto de gran operación (la compra de EFF) ahora, tras conocer algunos detalles, podría no ser tan positiva y volverse en su contra. Y todo ello, ojo, pasando de sus 30.000 pequeños accionistas

La tecnológica española acordó la compra de Excellence Field Factory (EFF) a la teleco sueca por 29,5 millones de euros. EFF podría parecer un bombón porque no tiene deuda, pero sí 16 millones de caja y contratos. Entonces, si va bien, ¿por qué Ericsson la vende? He aquí uno de los misterios de la operación que al final a Ezentis sólo le saldrá por 7 millones: la teleco sueca invertirá los otros 22,5 millones en la tecnológica que preside Guillermo Fernández Vidal con la ampliación de capital que debe aprobarse en la Junta de Accionistas del próximo lunes, por la que tomará el 11%.

Con este paso, Ericsson se convertirá en el primer accionista de Ezentis, pero no tiene interés en jugar un gran papel. De hecho, sólo ha pedido un consejero y un look out hasta 2019. Así, saca partido a EFF, empresa que compró a Abengoa por un euro en julio de 2016. Claro que a los trabajadores de Ericsson no les ha gustado la operación y han protestado convocando una huelga, aunque su gran preocupación es que en 2019 acaban los contratos de Orange que tienen y nadie les dice si a partir de esa fecha los va a asumir Ezentis o se podría dar un nuevo ERE.

Pero la ‘operación Ericsson’ no está exenta de dudas. Cualquier presidente de una compañía habría pedido un opinión independiente, es decir, un informe que evaluara los riesgos y se sometiera a la votacion de la Junta, pero Fernández Vidal no lo ha hecho. Es decir, ha omitido información a los 30.000 pequeños accionistas de Ezentis, algo que jamás habria pasado si hubiera dos grandes accionistas, y sin que la CNMV diga nada al respecto.

Al mismo tiempo no hay que olvidar la ampliación de capital sin derecho de suscripción preferente: después de no haber convencido al mercado (no llegó al 50%), ahora busca que los accionistas cubran lo que falta, diluyendo aún más sus participaciones. Un fracaso ante el que nadie del equipo directivo se ha planteado dimitir dimisión, a pesar de que tampoco han cumplido el plan estratégico. Al final, como siempre, serán sus 30.000 pequeños accionistas los que paguen el pato.

 

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