Es sin duda, la noticia más importante del día, al menos la más ilustrativa sobre lo que ocurre en el mundo actual, sumido en un estado máximo de confusión. Lo cuenta El País: el Gobierno sueco, tan pacifista él, tan progresista, prepara a sus ciudadanos para la guerra. Ha enviado instrucciones a todos los hogares para que, en caso de crisis o de guerra, los ciudadanos puedan protegerse de un bombardeo, acceder a agua y electricidad o comunicarse entre sí. La verdad es que el esfuerzo es inútil: desde la abundancia nadie se acostumbra a la carestía. Nadie sabe vivir en situación de guerra hasta que no llega la guerra.

Pero lo más importante de los consejos oficiales del gobierno de Estocolmo a los suecos es, precisamente, que su filosofía sólo puede resumirse en una palabra: sobrevivir. Satisfacer las necesidades primarias.

Pero no especifica si el enemigo es el yihadismo, los rusos, los antisistema o los fascistas

Y lo segundo más relevante es que un gobierno occidental y europeo prepare a su población para una guerra… y no especifique contra quién. Siente su inminencia hasta el punto de movilizarse pero desconoce la bandera del enemigo y al enemigo mismo: no se sabe si el Gobierno está previniendo contra los yihadistas (tendría motivos, dada la presencia de radicales islámicos acogidos como refugiados en Suecia), contra los rusos o contra los antisistema. Estado prebélico… cuando no sabemos quién es el enemigo. Quizás, también, porque al enemigo siempre se le identifica con lo malo, y el relativismo imperante ha llegado a tal extremo de idiocia que se muestra incapaz de distinguir lo bueno de lo malo y, cuando lo distingue, no se atreve a señalarlo como maldad.

La filosofía imperante se resume en una sola palabra: sobrevivir

En cualquier caso, la mera supervivencia, que es lo que propone el Gobierno sueco, no puede entusiasmar ni al individuo ni a las sociedades.

Ahora bien, esta confusión de ‘guerra inminente aunque no sabemos contra quién’ no sólo resume el ‘estado de la cuestión’ en Suecia sino en todo Occidente. Y todo esto, está directamente relacionado con el perdido liderazgo europeo, consecuencia del abandono de Cristo y causa de la actual confusión mundial.

Por lo demás, todo está en orden.