Cada día acuden más fieles a las misas de diario y menos a las de domingo. Se trata de un proceso paulatino pero continuo, que llevo percibiendo desde hace dos décadas, desde que comenzará el perverso siglo XXI.
Lo explicaba muy bien Benedicto XVI (por cierto, alguien está empeñado en que se muera): el catolicismo ha pasado de religión mayoritaria a minoritaria, al menos en Occidente.
¿Esto es bueno? No, de entrada es malísimo porque de 100 almas interesan 100. Por tanto, la antes llamada secularización, hoy, con más rigor, materialismo práctico o, aún mejor, desacralización, no se puede ubicar en el lado positivo: representa una más que considerable tragedia.
Ahora bien, esa minoría de católicos -pongamos que ya ha alcanzado el 10%- parece hoy más consecuente que la de antaño, que, creo, sinceramente, estaba empezando a entibiarse.
La clave del futuro está en la Eucaristía pero el Covid no ayuda
Tomemos el ejemplo español: llevo ya más de una década observando que, en esta etapa fin de ciclo, en que ya ha comenzado la persecución contra los cristianos, y en la que el Nuevo Orden Mundial (NOM) se ha lanzado al terrorismo directo contra la Iglesia de Cristo, el ‘cristiano de misa de 12’ languidece: cada día son menos los que cumplen el precepto dominical, o son menos los que se declaran católicos en la encuesta del CIS -aunque aún rondan el 60% de la población-, mientras que cada vez son más los que, más allá del mero cumplimiento del precepto, acuden a la misa diaria, de carácter voluntario.
Se trata de un proceso paulatino pero continuo, que llevo percibiendo desde hace dos décadas, desde que comenzara el perverso siglo XXI.
Al menos, por el momento, siglo un tanto perverso, que ya empezara con una matanza el 11-S en Nueva York, la considerada, sobre todo por los neoyorquinos, como la urbe más importante del orbe. Pero en estos 21 años de materialismo práctico y de persecución teórica y práctica, lo cierto es que una minoría de católicos comprometidos acude a misa diaria, es decir, ‘pierde’ al menos media hora de su tiempo en participar en la Eucaristía. Y por cierto, el que va a misa a diario comulga. El de misa dominical, no.
Me da la impresión, de que en la eucaristía diaria, hasta el sacerdote se siente más acompañado, más identificado con los fieles. Es más, se está popularizando, hablo de España, la homilía diaria, al tiempo que se desvanece la homilía dominical que en tantas ocasiones gira alrededor de lugares comunes y de una simbología un tanto tediosa.
El católico de misa de 12 languidece mientras se consolida el católico comprometido
Sí, el cristianismo se ha vuelto religión minoritaria pero esa minoría parece más auténtica. Entre otras cosas, porque si alguien realmente cree en que la Eucaristía es lo que es, el mismísimo Dios, ¿cómo es posible que no comulgue a diario?
Para terminar, es cierto que la clave del futuro está en la Eucaristía pero el Covid no ha ayudado mucho. Sólo esto: cuando se anteponen los protocolos sanitarios, de no muy probada eficacia, a la práctica de la Eucaristía, centro y raíz de la vida interior y el alimento del que vive la Iglesia… o está fallando la fe o está fallando el protocolo sanitario. O ambas cosas a la vez.