Jeff Bezos se casa, deja atrás sus años sabáticos y, en lugar de jubilarse en su yate, vuelve a trabajar: lanza Prometheus, un proyecto de inteligencia artificial que no quiere escribir correos bonitos sino fabricar cosas. En medio aparecen Musk, el ego, Amazon y una pregunta: ¿y si la próxima gran batalla de la tecnología no va de palabras, sino de tornillos, robots y fábricas?

Hay multimillonarios que, cuando se “retiran”, se compran un barco, Bezos se compró un barco… y ahora lo que quiere es pasar a la historia, como su competidor Elon Musk. En los últimos años, Bezos había dado un paso atrás en Amazon. Seguía ahí, por supuesto, pero ya no era el CEO hiperactivo. Ahora abre una etapa personal, bodorrio en Venecia mediante y tras unos años sabáticos, reaparece como co-CEO de un proyecto llamado, con poca sutileza, Prometheus. Y es que el nombre no es inocente pues es el titán que le robó el fuego a los dioses para dárselo a los humanos.

Besos, tras cerrar una etapa personal, decide abrir otra profesional a lo grande y el yate tendrá que esperar porque vuelve a la primera línea con un mensaje claro: todavía no ha terminado lo que vine a hacer. Aunque Prometheus no sea Amazon, deja ver que la próxima ola no está en otro ChatGPT, sino en IA aplicada a hacer, modificar o simplemente mover cosas, y esto de mover y empaquetar es lo que se hace, por ejemplo, en los almacenes de Amazon.

Lo que propone esta nueva etapa es otra cosa: que la IA deje de limitarse a escribir sobre el mundo para empezar a hacer cosas. De la instrucción a la IA a la pieza fabricada. De la respuesta brillante al diseño optimizado, al brazo robótico que ensambla, al sistema que decide cómo se mueve una mercancía en un almacén. Es el salto de la pantalla al pasillo de la fábrica

Y luego está el ego y es que Elon Musk llevaba demasiados titulares seguidos. Cohetes, coches, satélites, robots humanoides, X, IA… Era todo “Musk por aquí, Musk por allá”. Bezos no es una persona a la que le guste ser segundo plato. Prometheus también es un “todavía estoy aquí” dirigido tanto a Wall Street como a Musk. Ahora bien, lo interesante está en el terreno de juego que elige: la inteligencia artificial generativa que deja de ser digital para hacerse física. Hasta ahora, el gran relato de la IA generativa era: textos, imágenes, vídeos, contenido, opinión, presentaciones. Muy útiles, sí, pero inmateriales.

Lo que propone esta nueva etapa es otra cosa: que la IA deje de limitarse a escribir sobre el mundo para empezar a hacer cosas. De la instrucción a la IA a la pieza fabricada. De la respuesta brillante al diseño optimizado, al brazo robótico que ensambla, al sistema que decide cómo se mueve una mercancía en un almacén. Es el salto de la pantalla al pasillo de la fábrica.

Nadie tiene más experiencia en convertir algoritmos en movimiento físico que Amazon, la empresa que ha llenado el mundo de paquetes marrones. Ya lo vimos con sus robots, los Kiva que compraron y metieron en sus almacenes. Si la IA física de Prometheus madura Amazon podría ser su cliente.

Bezos, tras ordenar su vida privada, ha decidido que no está listo para el retiro, o tal vez no esté dispuesto a que Elon Musk acapare todas las portadas y, sólo quiera apostar a que la próxima gran oportunidad no será la IA que escribe mejor mails, sino la IA que fabrica, entrega y construye cosas. El caso es que si Prometheus que trajo el fuego Bezos quiere traer la inteligencia al mundo físico. ¿Lo logrará? Ya lo veremos.