Empieza a fastidiarme el sambenito socialista de estar "en el lado correcto de la historia".

Es sabido que el Sanchismo funciona por el argumentario, conjunto de tópicos repetidos -la misma idea con las mismas palabras- por todo alto cargo que pretenda mantener el cargo... pero esto ya parece excesivo.

Al principio, lo de estar en el lado correcto de la historia me pareció tan solemne, tan bobo y contravenía de tal forma aquello de que la historia no es más que la historia de la libertad humana, es más, que el único que puede ser correcto o incorrecto es el hombre, no la historia, que lo dejé ir: otra tontuna progre, concluí.

Pero ahora pienso que debí dar un paso más. Porque claro, el progresismo es materialismo práctico, que se ejerce bajo la definición más habitual de progresismo: abajo los curas y arriba las faldas.

Por ello, el progre, más que ateo es agnóstico, o sea ignorante, porque el ateísmo es muy difícil de defender y aún de justificar. Cuando menos te lo esperas surge un 'teo' con mala baba que te pregunta de dónde ha surgido todo. 

Ahora bien, como hemos prescindido de Dios, tenemos que asegurar, fehacientemente, que los que estamos en el lado correcto de la historia somos nosotros. ¿Por qué? Pues porque lo digo yo y Dios, exista o no, está conmigo.

No se preocupen: nada de esto llevará al, por ejemplo, ministro Óscar López, del mismo Madrid, a apearse de su dicharacho favorito: que Ayuso, mismamente, no está "en el lado correcto de la historia". Sin embargo, él, ya lo ven, sí que está.

Ahora caigo en la cuenta de lo que realmente significa acusar al adversario "no está en la lado correcto de la historia", como afirma, por ejemplo, una y otra vez, el precitado Óscar López. Es una forma de descalificar al adversario, muy parecida a esta otra táctica propagandística del PSOE, a este otro mantra de los socialistas: todo aquel que me lleve la contraria es un ultra y a los ultras les niego toda libertad y todo derecho. 

Quiero decir que presumir de estar en el lado correcto de la historia me recuerda al lema de los soldados alemanes, asumido por los nazis: "Dios está con nosotros" (Gott mit uns). O lo que es lo mismo: yo estoy en el lado correcto de la historia. Tú, ¿cómo te atreves a llevarme la contraria? Lo que siempre acaba en lo precitado: como yo estoy en lo cierto y tú no, tú debes ser excluido. ¿Excluido de qué? Pues depende: puede ser de la influencia social o de la existencia, según el grado de tiranía que pretendas imponer. Pero el principio es el mismo: se llama pensamiento único.

"¿Cómo se atreve usted a comparar a los nacional-socialistas con los progresistas? Son muy distintos". En efecto, son distintos, pero igual de sectarios.