En junio de 2022 da comienzo la 'Operación bollycao' que, aunque tenga nombre de trama de corrupción, está lejos de tener algo que ver con el desfalco de caudales públicos. Se trata de la idea que cuatro amigos tuvieron hace ya más de un año. Ante el revuelo que comenzaba a fraguarse en torno a los supuestos abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia, estos amigos decidieron inventar un personaje y toda una historia. 

Sergio Gámez fue el nombre elegido y la historia de cómo un catequista del Camino Neocatecumenal había abusado de Gámez la siguiente: "Entramos, y me dijo que me invitaba a merendar, que pidiera lo que yo quisiera [...]. Así que accedí a comerme un delicioso bollycao. Lo pagó y salimos de vuelta hacia la parroquia. Le di insistentemente las gracias y él me dijo que me invitaba con todo gusto, pero que debía ser un secreto entre nosotros, para evitar que los demás niños sintieran pelusa o le pidieran también ellos un bollycao. '¿Seguro que sabes guardar un secreto?' [...]. A partir de ahí se estableció una complicidad entre ambos, que a mí me complacía extraordinariamente [...] 'no tengas miedo en tocarme los testículos, no pasa nada por eso, estando entre amigos'. Yo no le hice caso a ese requerimiento, aunque era inevitable que tal cosa pasara. Empezó a respirar fuerte y me di cuenta de que se estaba masturbando mientras aquello pasaba... 'Toma' –me dio una moneda de 500 pesetas, para que me comprara bollicaos toda la semana".

Así describieron los cuatro amigos un caso completamente inventado de pederastia clerical, caso que se da por verdadero tanto el la página 246 del informe de abusos en la Iglesia del Defensor del Pueblo (caso 35 y 359, sí, el falso testimonio no sólo está contando como un caso, sino como dos) y en el diario El País en un artículo publicado el 7 de julio de 2023. El relato también lo recogió eldiario.es.

Tras quedar demostrada la falta de profesionalidad del diario y la falta de rigor e investigación del Informe del Defensor del Pueblo, los cuatro amigos piden por carta la dimisión de Ángel Gabilondo. Su objetivo, aseguran, no ha sido "desenmascarar a El País, sino defender la justicia" y a la Iglesia, que según ellos "estaba siendo víctima de una campaña absolutamente injusta y democrática". "Deberían empezar las dimisiones y se debería pedir perdón a la ciudadanía y a los lectores y suscriptores, por un lado. Por otro lado, se deberían auditar uno a uno los casos de abusos con gente seria y profesional para restaurar a las víctimas verdaderas".

En ningún momento la historia fue investigada por El País y el medio envió este caso falso junto con el resto de archivos de los que disponían, los cuales ahora no se sabe si son o no ciertos. Así, la historia fue incluida en el tercer informe de abusos que El País remitió a la Iglesia: "Fue un reenvío, no se aportó dato ningún adicional y nadie pretendió verificar nada. Simplemente dieron por bueno todo, se comieron el bollycao y nos pidieron que rellenáramos un impreso". Y es que ni El País ni el Defensor del Pueblo pretendían defender a las víctimas sino ofender a la Iglesia.

Piden perdón a las verdaderas víctimas pero denuncian: "No hay duda de que merecen algún modo de reparación y públicamente lo defendemos, pero esto no puede ser el coladero institucional que está siendo".

Por cierto, el periodista de Religión Digital, Jesús Bastante, lejos de disculparse, le preguntó al portavoz de la CEE, Monseñor César García Magán, si le parecía de buen católico mentir en lugar de estar al lado de las víctimas: "no entro a comentar la fiabilidad de los informes", contestó García Magán, perdiendo así una gran oportunidad para reivindicar la realidad