Victoria Rosell, delegada del Gobierno contra la violencia de género, estudió en el Colegio de la Compañía de María de Valladolid, lo que demuestra que algunas órdenes educativas de honda raigambre católica no han dado los frutos esperados.

Ya desde su más tierna adolescencia, doña Victoria se caracterizó por una mala uva de aquí te espero y mucho cuidado que vienen curvas.

Su compañera y enemiga íntima, allá en el cole de Pucela, era Isabel García Tejerina, muchacha dulce y pausada, con aspecto de no haber roto un plato en toda su existencia, ni una mala palabra ni una buena acción, quien fuera ministra de Agricultura con Mariano Rajoy. Se llevaban a matar, pero era siempre una la que torturaba a la otra. No les digo quién jugaba el papel de verdugo y quién el de víctima, aunque no les será difícil imaginarlo. Es el destino, el que nace lechón muere cochino... por lo que Rosell acabó en Podemos y Tejerina en el PP.

Y así es como Rosell llegó a jueza y acabó en violencia de género. Por cierto, quien no acabara pero sí empezara como jueza de violencia de género es la ministra de Justicia, Pilar Llop, más conocida como la alegría de la huerta. Y ya lo ven: ahora sentada en el Gabinete.

Victoria Rosell es mujer de pocas ideas, no del todo nítidas y extraordinariamente persistentes. Una de esas cuatro ideas, la principal de todas, se condensa en este mandamiento primero: la mujer es todo bondad y el hombre, todo maldad. Inteligible, ¿verdad? 

De ahí la iniciativa del pasado viernes 19. Y esto es bello e instructivo porque implica que a la feminista Victoria Rosell también se le puede ocurrir algo. A partir de ahora para engrosar las estadísticas, doña Victoria ha decidido que el asesinato de cualquier mujer por cualquier varón será computado como violencia de género, aunque no sean pareja. Y lo mismo -así las estadísticas de 'la lacra' crecerán más- el asesinato de un menor. A manos de un varón claro, que si es de una mujer seguro que resultó un accidente.

La ley contra la violencia de género no ha reducido la violencia contra la mujer. Es más, está aumentando

El feminismo comenzó siendo machismo con faldas y está acabando en idiocia extraordinaria. Todo ello con el efecto Chesterton, quien auguró que "llegará un momento en que tendremos que demostrar que la hierba es verde". Es cierto; mala época esta en la que se nos obliga a demostrar la evidencia, mal vamos. Vamos con ello:

1.No matan a su mujer por ser mujer, le matan por ser 'su' mujer. Si las feministas fueran un poquito más agudas verían que esto representa una ventaja para su causa contra el varón. Porque, en efecto, moralmente es mucho más grave matar a tu mujer que matar a la vecina del quinto.

Pero no es misoginia, simplemente ocurre que cuando el amor se convierte en odio cada sexo utiliza sus mejores armas. El varón, la fuerza bruta. Y, generalmente, queda tan destrozado por su cobarde acción que ejerce violencia contra sí mismo y se suicida, que es el asesinato más cobarde de todos.

2.Las feministas se niegan a aceptar que la mujer también ejerce violencia sobre el varón, con hechos palabras y omisiones. Si la mujer no ejerciera lo que las feministas llaman violencia psicológica contra el varón, sería que la mujer es idiota, pero resulta que no lo es, ni las feministas creen que lo sean.

3.La ley contra la violencia de género, apoyada por la derecha idiotizada del Partido Popular, no puede ser más injusta. Castiga al varón por ser varón y la sola palabra de la mujer basta para encarcelarlo. Y como ocurre en los delitos de odio, al final, el hombre debe demostrar su inocencia. Y a esta ley inicua es a la que aplauden partidos de la cámara, todos menos Vox, aunque todos saben las injusticias que provoca diariamente.

4.La muy consensuada ley contra la violencia de género no ha servido para reducir la violencia doméstica pero sí para enfrentar a varones y mujeres, la mitad de la humanidad contra la otra mitad, en la guerra más estúpida que recuerdan los siglos. También ha servido para olvidar que la llamada violencia de género tiene su origen en un mundo -ellos y ellas- que no sabe lo que es la entrega, la donación, el compromiso... y que, por lo tanto, como dicen las señoras de cierta edad: "no aguantan nada".

Las feministas confunden servicio con sumisión pero, sobre todo, no entienden que, en el matrimonio, ni él ni ella son independientes. La única regla del matrimonio es la sumisión recíproca.

Si no me creen, hablen con Victoria Rosell. Ella les explicará.

Lo más triste: la ley contra la violencia de género no ha reducido la violencia contra la mujer. Es más, desde 2004 hasta aquí, la violencia contra la mujer ha aumentado. Especialmente la violencia sexual.