La borrachera post moción de censura todavía sigue calentando la boca de algunos columnistas o tertulianos y la cabeza de muchos ciudadanos. Y quiero poner mi granito de arena en este aspecto porque, como si les hubieran dado un orden, la mayoría de ellos se suman a un mismo discurso, con pequeñas diferencias de tono o de carácter. Todos se suman al discurso sistémico dominante: fracaso de Vox y Santiago Abascal, aire para Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijoó comprando chocolates en Suecia -y aún así dice su partido que ha salido fortalecido- y, por último, que Ramón Tamames ha destrozado la imagen del 78 por dejarse engatusar por la ultra derecha…

Analicemos a los actores que más me han llamado la atención, que no son ni Sánchez ni Abascal ni Tamames, que lógicamente estaban en su papel y no entraré a su análisis. Me interesan más los que decían una cosa y luego hacen la contraria. El Partido Popular, que exige elecciones anticipadas, pero se abstiene en la moción después de un discurso crítico contra Sánchez pero que no se atreve a dar la razón a Vox, porque tácticamente no puede. Inés Arrimadas, en uno de sus discursos más vehementes contra la política del Gobierno, de los muchos con los que en tantas ocasiones ha castigado al presidente y sus socios independentistas, y luego vota no a la moción. Ana Oramas, de Coalición Canaria, siempre sobreactuada con sus discursos tan emocionales, en los que en varias ocasiones le canta las verdades del barquero a Pedro Sánchez y al final, como siempre y también en esta ocasión, le da la razón a su presidente. Gran decepción de Navarra Suma, que se pliega a las directrices de su aliado popular y que desgraciadamente quedan en una posición ridícula después de sus ardientes aportaciones contra la política de la coalición del Gobierno y se quedan fuera en la pérdida de esta gran oportunidad. En esta misma línea está Foro Asturias, que también se arrima al Partido Popular, su patente de corso, acomplejado por su incapacidad. Y por último, algunos pocos diputados de Bildu y Podemos que por lo visto en una muestra de rebeldía, no han votado.

Los votos emitidos fueron 345: el 58% dicen sí a Sánchez y el 42% no. El porcentaje de descontento o abstenciones, es decir, “me da igual”, ha crecido respecto a la moción de 2020 que fue de 85% para el sí frente al 15% del no

Sin embargo, lejos de las sensaciones, que es de lo que al fin y al cabo hablan todos los tertulianos, es decir, de subjetivismos, y para eso valemos cualquiera, prefiero ceñirme a hechos concretos. Lo primero son los resultados de las votaciones. Los votos emitidos fueron 345 de los que resulta que el 58% dicen sí a Sánchez y el 42% no. Este resultado no es baladí y son datos que, como ya todos sabemos, matan relato. ¿Qué significa esto? Significa dos cosas: primero, que a diferencia de la moción anterior el porcentaje de descontento o abstenciones, es decir, “me da igual”, ha crecido respecto a la moción de 2020 que fue de 85% para el sí frente al 15% del no. Y segundo, la incoherencia de muchos de los discursos respecto de su voto posterior como ya hemos visto.

Ahora toca sacar conclusiones sobre quién ha ganado la moción. Técnicamente Sánchez no la ha perdido, que no significa ganarla. Pero lo importante es qué opina la calle, que tampoco son los contertulios de sobre y sillón que en muchas ocasiones hablan de lo que ya está en el guión sobre la mesa escrito desde unos días antes, o incluso se han seleccionado a propósito para decir lo que hay que decir. La calle se satisface de lo qué ha sucedido los días 21 y 22 de marzo, porque, si bien no se ha logrado el objetivo que persigue una moción de censura, sí se ha conseguido alcanzar una consecuencia de enormes envergadura, que es la moción de denuncia poniendo de cara a las elecciones de dentro de dos meses y a las generales en un poco más de tiempo.

La calle se satisface de lo qué ha sucedido los días 21 y 22 de marzo, porque, si bien no se ha logrado el objetivo que persigue una moción de censura, sí se ha conseguido alcanzar una consecuencia de enormes envergadura, que es la moción de denuncia poniendo de cara a las elecciones próximas

Las elecciones municipales y las autonómicas serán un punto de inflexión en los movimientos demoscópicos que se darán a partir de mayo. Serán especialmente relevantes las de Madrid, que es un estupendo barómetro sociopolítico de España. Tenemos un Partido Popular fuerte con Isabel Díaz Ayuso pero con Vox refortalecido, cuyas políticas en pro de la familia y en contra de las de género, dan mucho campo de actuación y control. El nefasto Ministerio de Igualdad, que se ha empeñado en dar cada día más sentido a la existencia de Vox por ser el único partido que no está dispuesto a las políticas que pervierten la familia, destruyen el futuro de los niños y no protegen la libertad de los padres de elegir la educación que ellos consideren mejor para sus hijos.

Por último, me llamó la atención un comentario escandalizado de una contertulia en Onda Cero con Carlos Alsina: “Es que Vox es un partido antisistema”. Sí señora, y yo lo celebro, y casi 5.000.000 millones de españoles también. No se olviden todos esos críticos tan puritanos con la ultraderecha, como les gusta recalcar, y que por lo contrario se tildan de socialdemócratas, que su razón tiene valor porque se basa en el respeto por la opinión contraria, y que cinco millones son muchos millones de personas. Solo un soberbio, y odiador de profesión, como Pablo Iglesias es capaz de decir aquello de ¡Alerta antifascista!, ¿o también ahora los moderaditos se apuntarán a esto?

Contra la socialdemocracia (Deusto), de Jorge Vilches y Almudena Negro Konrad. El presente muestra la cantidad de problemas que está creando actualmente el consenso socialdemócrata: un modelo estatal que socava el consenso social e implanta la dictadura del relativismo y la indiferencia; exaltando el igualitarismo, aunque discriminando a los que no son del grupo. El ensayo realiza un recorrido por los partidos políticos europeos y españoles y su rendición al consenso político.

Partidos y sistemas de partidos (Alianza ed.), de Giovanni Sartori. Ensayo dividido en dos partes que estudian, respectivamente, el origen y causa de los partidos y el sistema de partidos. El problema de los sistemas y subsistemas en que los partidos se articulan constituye la preocupación científica del autor, a la que da cima con extraordinaria pulcritud y minuciosidad.

La patria en la cartera (Ariel), de Joaquim Bosch. «La corrupción suele mencionarse como una de nuestras peculiaridades. (…) Han ido pasando los años, las legislaturas y los sucesivos sistemas políticos en los vaivenes de nuestra agitada historia, pero esa vergonzosa patología se ha mantenido y nunca parece que vaya a limpiarse la mugre de nuestros establos más sucios».