El Papa León XIV acaba de recibir al prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz. La información más ajustada a hechos, y a derecho, la he leído en Religión en Libertad.
Hablemos sobre el nuevo Pontífice y la Obra, a renglón de aquella frase de un querido amigo, miembro del Opus Dei, ya fallecido: "Eulogio, Juan Pablo II nos comprendía y nos quería, Benedito XVI nos comprendía pero no nos quería, Francisco ni nos comprende ni nos quiere".
Ahora volvamos atrás. Ignacio María de Orbegozo y Goicoechea, el hombre que lanzó el Opus Dei en Perú, fue obispo de Chiclayo, la diócesis que luego ocuparía Robert Prevost, hoy papa León XIV. Puede decirse de Orbegozo que fue el misionero en el Perú del siglo XX, hombre admirado por aquel misionero de Chicago llegado al país hispano y ahora pontífice. Orbegozo era una fuerza de la naturaleza y Perú fue uno de los países hispanos donde más creció el Opus Dei.
Ahora, escuchen la homilía -tranquilos, ocho minutos- de Robert Prevost, en una eucaristía donde habla sobre el mensaje del fundador del Opus Dei, San Josemaría. Sorprendente y asombroso.
Les explico: una meditación es un rato de oración, generalmente de 30 minutos, dirigido por un sacerdote y ante el Sagrario. La historia cuenta que, en cierta ocasión, un sacerdote del Opus Dei estaba dando una meditación a un grupo de miembros de la Obra entre los que se encontraba el propio fundador.
Hablaba el mosén de que lo propio de la Obra era la santificación del trabajo, cuando el propio San Josemaría le interrumpió y le dijo que no, que el carisma del Opus Dei era la infancia espiritual, esto es, el abandono en manos de Dios, de igual modo que un niño se abandona en manos de su padre, con total confianza en él.
Pues bien, en aquella homilía referida, en Perú, el actual Papa León XIV, con bastante cariño, resumió a las mil maravillas el mensaje del fundador del Opus Dei. Primero: el trabajo es un don, no un castigo. Esto, a lo mejor a Yolanda no le gusta pero el hombre cuida de la creación y así administra la creación de Dios.
Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar a los demás en el trabajo. Prevost ha entendido perfectamente el espíritu, primario o secundario, pero el más conocido, de la Obra.
Y no menos importante: apostolado: santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar a los demás por el trabajo. Pocas veces lo había visto escrito tan clarito.
Y ahora, la pregunta es: ¿Mantendrá León XIV el 'motu proprio' de Francisco... que destroza al Opus Dei?