Días atrás celebrábamos la Jornada de los Pobres, lo que en el malhablado Oviedo de mi niñez, ilustre barriada gitana de Ventanielles, llamábamos 'muertus de fame'. Éramos así de inconscientes pero me temo que, a estas alturas del artículo, ya he incurrido en aporofobia.  

Pero verán, una cosa es la santa pobreza y otra la puta miseria. La santa pobreza es la del que vive poseyendo como si no poseyera, que decía Agustín de Hipona. Por el contrario, la puta miseria es la del tramposo (en Ventanielles, 'tramposu') del que va trampeando para poder sobrevivir sin dar golpe. 

Los vulnerables, así rebautizados por el Sanchismo, son los que viven del dinero de los demás, del dinero público que sí es de alguien

El vulnerable debe ser aquel al que se refería San Pablo en su II Carta a los Tesalonicenses (3, 7-12): "Cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar, que no coma. Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo. A esos les mandamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan".

Lo que más me gusta es eso de viven sin trabajar... "metiéndose en todo". Este chico, el Saulo, no sólo era un santo. Era, además, futurólogo.

Pero es que también lo dijo Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin, quien situó la misma idea paulina como uno de los principios fundamentales del socialismo: "el que no trabaja, no come" ('El Estado y la Revolución' 1917). 

Reparen en que el principio es el mismo en San Pablo que en Lenin, sí, pero en el líder político, comunista al fin, se plantea como una orden mientras que en el apóstol cristiano se plantea como una proposición: si no trabajas, no debes comer... frente a que el que no trabaja, no come porque así lo dictamina el Partido, ¿ha quedado claro? Es decir, el cristianismo es libertad, el marxismo es imposición... pero en materia de vagancia, aún con fines bien distintos, los dos dicen lo mismo.

Una cosa son los pobres y otra los vulnerables, una cosa es la santa pobreza y otra la puta miseria

Sin embargo, desde que hemos cambiado lo de pobre por lo de vulnerable, el principio paulino-leninista se ha trasformado, por mor del progresismo imperante, en lo siguiente: el que no quiera trabajar que coma de la subvención pública. Tiene todo el derecho y todos los derechos. No debe pedir el sustento, debe exigirlo. Verbigracia: con el Sanchismo, los vagos han dejado de ser vagos para convertirse en vulnerables.

Y ojo, aunque vivamos en España, país campeón del paro en todo Occidente (somos el país con más parados de toda la Unión Europea, 27 miembros, y de toda la OCDE, 38 miembros) siempre hay algo que hacer para ganarse la vida. A lo mejor Elma Saiz y Yolandísima te obligan -sí, obligan- a hacerlo en B pero hay que hacerlo como se pueda: que cada uno se gane el pan con el sudor de su frente, no con el sudor del de enfrente, que es el que paga impuestos por doquier.

Último detalle: hay que acabar con la pobreza, no con los pobres. Lo digo porque si matamos a la mayoría -sí, a la mayoría- de los niños antes de nacer, no terminaremos con el hambre, terminaremos con los hambrientos. Se trata de una solución progresista pero sospecho que, si pudieran hablar, ellos no estarían de acuerdo. Los nonatos son muy reaccionarios, incluso neofascistas. 

Ojo; hay que acabar con la pobreza, no con los pobres

Que sí, que la pobreza es algo muy serio y los pobres son los seres por los que debemos sentir una especial propensión. Pero la pobreza no se arregla dedicando el dinero de los demás a repartir limosnas públicas y fomentar la pereza. La impostura no es propia de católicos, es propia de caraduras y una cosa es ayudar al pobre y otra justificar el expolio en nombre de un derecho a la igualdad sin mérito. La igualdad de oportunidades es un objetivo formidable y digno de encomio, pero se trata de la igualdad de oportunidades, conseguidas mediante el mérito y el esfuerzo, no mediante la imposición y la vagancia. 

A los pobres, no de oficio, acogida, instrucción y medios para que se ganen la vida por su cuenta. Al vulnerable, un buen grito para que se gane el pan con sus manos... con el sudor de su frente. Porque si algo necesita el miserable es recuperar su dignidad.