Se acusa a Hispanidad de que es perro y muerde perro. Seguiremos haciéndolo, porque lo que está sucediendo es muy grave. Internet, nacido como un paraíso para la libertad de expresión y de prensa -no es lo mismo pero circulan, o deberían circular, por la misma vía- se está convirtiendo, por culpa de Google y Facebook, en lugar de lo políticamente correcto, donde todo lo que se salga de los parámetros de lo culturalmente imperante es censurado.

Google es parásito, ladrón y censor. No crea nada, vive de lo que crean los demás. Les roba a los medios la publicidad que antes cobraban estos y, encima, se permite decidir qué es lo que hay que leer y qué es lo que no se puede decir. Google y abuso de posición dominante es todo uno.

Sus cambios de algoritmo, presuntamente objetivos, obra de una máquina (las máquinas sólo hacen lo que las personas les dicen que hagan, caminan en una dirección muy concreta: censurar todo lo que huela a cristiano. El pensamiento cristiano es sistemáticamente marginado en sus motores de búsqueda, que sólo admite cristianos raritos, o sea, progresistas. Ayudado por Facebook, Twitter y los verificadores -esos periodistas censores-, Google condena a la marginación a cualquier página que piense por sí misma.

El fraude los ‘verificadores’ (EFE, RTVE, Newtral, Maldita): no necesitamos cazabulos. La mentira tiene las patas cortas porque carece de coherencia

¿Por qué calla la prensa, por qué no protesta? Sencillo, porque son rehenes de Google: si levanta su objetiva mano, la audiencia puede dividirse por dos… o más. El último cambio de algoritmo de Google del pasado 4 de diciembre hizo perder a muchos medios hasta dos terceras partes de su audiencia.   

Lo de los verificadores es un montaje del Nuevo Orden Mundial que se ciñe a esa hipocresía llamada rigor, cada día más alejada de la verdad

Mientras, los verificadores, en España la Agencia EFE, RTVE, y los privados salidos -¡qué casualidad!- de La Sexta y de la familia de Ana Pastor y Antonio García Ferreras (Newtral o Maldita -este último reconoce que estar financiada por George Soros-) se dedican a denunciar bulos. La verdad es que no descubren hechos sino opiniones que les disgustan. Además, se aferran al rigor y dictaminan sobre lo que es verdad o no lo es. Siempre me han recordado la viva imagen de quien filtra un mosquito y se traga un camello. ¡Anda, si esos eran los fariseos!

Además, el bulo tiene las patas cortas. No hace falta los cazadores de bulos porque las mentiras, por su incoherencia interna, se diluyen en cuestión de días. En Internet, en cuestión de minutos.

El paraíso de libertad de internet puede convertirse en censura privada, que es peor que la censura oficial

Lo peor es que Google, Facebook y los verificadores han impuesto una férrea censura en Internet según los tópicos del Nuevo Orden Mundial (NOM): ecologismo, feminismo, homosexualismo, cristofobia, neurociencia, transhumanismo y demás zarandajas. Todo lo que se salga de su oxidado esquema es ultra, peligroso… o es bulo. Al final, si no aplaudes el pensamiento único, te conviertes en un ultra posiblemente perseguido por delitos de odio.

El objetivo final de la conspiración Google-Facebook es censurar al cristiano, que se ha convertido en la voz discordante, en el 'ultra' del siglo XXI

Para los que nos sentimos a gusto con la libertad, sobre todo con la libertad de los hijos de Dios, la desaparición de Google y Facebook sería una gran noticia. A lo mejor su caída está más cerca de lo que pensamos. Es lo que se les ocurre a todos los hipócritas que dicen trabajar para el rigor y se olvidan de la verdad o aquellos otros hipócritas que aseguran que ellos no censuran, lo suyo son procedimientos algorítmicos, mecánicos, objetivos, científicos. Porque el peligro próximo es convertir lo que era un paraíso de las libertades de expresión y prensa, en una censura del Nuevo Orden Mundial que ordena Internet y que, no conforme con ello, decide que es lo que se puede decir y qué es lo que hay que callar. Los señores Serguéi Brin, Larry Page, Mark Zuckerberg o Jack Dorsey, con la ayuda de sus sirvientes, los ‘verificadores’, están convirtiendo un paraíso de libertad en un campo de exterminio de voces disidentes.