Las apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal (Cantabria) tuvieron lugar entre 1961 y 1965. Y es allí -natural, era España, la Tierra de María- se muestra más maternal con las cuatro niñas videntes, dos de ellas todavía vivas.

También fue donde la Virgen habló más claro sobre lo que estaba pasando en la Iglesia -inicio de la crisis- y sobre lo que está pasando hoy. ¿Por qué las apariciones de Garabandal han quedado apagadas incluso en la misma España? Pues porque la jerarquía eclesiástica (ojo, la local, no la vaticana) se revolvió conta ella con una rabia inusitada (sí, como en Lourdes, como en Fátima, como en Medjugorje, pero quizás en Santander más que en ningún otro sitio) y porque, ¡ay!, al revés que en Fátima, en Lourdes o en Medjugorje, las niñas videntes, sometidas en su niñez, sí, a unas presiones feroces, fueron menos consecuentes que en otros lugares de apariciones extraordinarias. Aún así, estas cuatro criaturas, sobre todo la mayor, Conchita, hicieron mucho, pero Garabandal cayó en el olvido, y como dice Tolkien, la historia se convirtió en leyenda y la leyenda en mito. Pues bien, ahora, el mito, como era real, ha vuelto a resurgir. Ha renacido la voz de una minoría que se aferró a la verdad, al grito de "yo sé lo que ví". Y ahora, Garabandal resurge. Hasta tiene cierta lógica la tardanza en el renacimiento porque las apariciones de Santander se están cumpliendo ahora, en 2023. Me explico. La batalla de Garabandal no supone otra cosa que la recuperación de la realidad: contra la Eucaristía profanada, por la fe falseada y por la falsa Iglesia onegera. Lo primero parece evidente, por fe falseada y por Iglesia onegera me refiero a la tibieza de lo que hemos dado en llamar cultura cristiana, que es la fe del culterano de hoy, un señor que cree en la civilización cristiana pero no habla con Cristo.

Pues bien, vuelvo al principio y digo que Garabandal resurge, más de sesenta años después de unas apariciones que ya parecían olvidadas. Nuevamente con la oposición de la jerarquía local, distintas iniciativas confluyen en que no es prudente censurar a la emperatriz del universo. Así, por ejemplo, para marzo se ha organizado una peregrinación a Garabandal, bajo el nombre de Madre Nuestra (aquí tienen el contacto. VER TAMBIÉN DOCUMENTO ADJUNTO) que intenta un renacimiento de los mensajes que la Madre de Dios emitió durante aquellos años, avalados por los milagros que se produjeron durante aquellas apariciones.

¡Garabandal resurge! Es una buena noticia. No se le pide al obispo de Santander, Manuel Sánchez, que se ponga al frente de la manifestación. Sólo que no se ponga en frente. Que deje libertad a cada uno, según a las directrices de Pablo VI, precisamente tras conocer los sucesos de Garabandal, instrucciones que pueden resumirse así: mientras no vaya contra la doctrina de la Iglesia, cada uno que haga lo que le venga en gana, deje usted hacer a la Gracia.