La solución está a nuestro alcance: volver a Cristo. No he dicho al cristianismo, he dicho a Cristo
Confieso que no sabía quién era Irene González, la autora de este fenomenal artículo en Voz Pópuli titulado “La eutanasia cultural de Occidente” pero, a partir de ahora, estaré sobre aviso. Ha escrito un brillantísimo artículo, de esos que se hacen leer. Buen artículo en forma, hay muchos, y también en fondo, hay pocos. Los tiempos de ignorancia son aquellos en los que la retórica se impone a la dialéctica y por eso pueden leerse piezas cortas como esta maravilla que recuerdan aquella sentencia de Giovanni Guareschi: a veces, en tres folios se dice más que en 300.
Es la historia de la estúpida laicidad de Francia, convertido hoy en un país más islámico que musulmán pero, ojo, como consecuencia, no de un homicidio sino de un suicidio. Que Occidente caiga ante el ataque del Oriente panteísta y musulmán, es tremendo, pero que caiga por suicidio... eso ya resulta un poco idiota.
La receta es fácil: volver a Cristo. No he dicho al cristianismo, he dicho a Cristo
Al final, es la definición que una religiosa gala me hizo de Francia: un cura cada setenta campanarios... y España sigue el mismo camino. No faltan iglesias, faltan curas, porque cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?
La solución está a nuestro alcance: volver a Cristo. No he dicho al cristianismo, he dicho a Cristo. También en la convicción de que el ateísmo no existe: se trata de cambiar a un Dios por otro. Pero recuerden: hay un solo Dios. La civilización cristiana, lo que hemos conocido como Occidente, siempre vence: sólo es derrotada por suicidio... y hay que ser muy idiota para suicidarse.