Recientemente me he topado con una autora británica, Catherine Elizabeth Moran, que firma como Caitlin Moran. Caitlin es periodista y colabora en The Times, con tres columnas semanales y una más para la revista Saturday. Además, reseña programas de televisión y es responsable de la columna "Celebrity Watch". Pero la he conocido a través de su libro Más que una mujer (2020), publicado por Anagrama.

Catalin es muy buena escribiendo. Se confiesa feminista y ejerce de feminista en su vida privada, inculcando sus postulados a las dos hijas que tiene, y también profesionalmente, pues sus trabajos no dejan de estar teñidos o directamente coloreados de morado. Catalin es una buena divulgadora y por eso tiene éxito, especialmente si lo hace a favor de los tiempos como es el caso que nos ocupa. Su primer libro Cómo ser mujer (2011) por lo visto hace apología del derecho a la masturbación de la mujer, como una reivindicación hacia la libertad de esta. Tan es así que, en su reciente libro ya citado, cuarto en su carrera de escritora, se queja de que en las entrevistas solo le preguntaban sobre eso… En Más que una mujer traslada el recorrido de un día cualquiera a sus lectoras para saber cómo ser una magnífica feminista, que se reduce sintéticamente a somos las mejores y a que los hombres se jodan, menos los tres amigos maridos de sus mejores amigas y a su propio marido, Pit, al que en los agradecimientos le dedican un epíteto precioso «...gracias por ser tan majo follando»: ya ven, animalizando al macho.

La lectura de Catalin Moran es rápida, salpicada de tacos para romper con las formas, para que la lectora piense que está compartiendo tiempo con esa amiga de toda la vida, con la que una sí se permite ese vocabulario. Sus metáforas son muy buenas, algunas, aunque groseras, tienen gracia. Habla con desenfado de algunos aspectos que muchas mujeres no hablarían casi ni con su tocólogo y lo hace en muchas ocasiones de forma ordinaria, para romper el hielo del miedo. Su discurso está dirigido al empoderamiento de la mujer con propuestas directas por lo mucho que hacen, lo poco que se reconoce y, cómo no, al yugo patriarcal histórico, que lo utiliza de forma anacrónica y desvergonzada pero no le importa, porque sabe que quien la lee es eso lo que quiere oír: mujeres aisladas por el feminismo queer, aunque realmente sea esto el acto más perverso de traición a la propia mujer, y si no que se lo pregunten a Lidia Falcón.

La escritora Catalin Moran cita a mujeres líderes como a BellonceMichael Obama o Greta Thunberg -que ya tiene delito-, convirtiéndolas en el ejemplo para romper con el pasado. Las considera como las poseedoras de brillantes cabezas cuyo resplandor de lo que hacen o dicen da sentido al resto de las mujeres del mundo

Culpa a los hombres de estar poseídos por el patriarcado. Una educación opresora que nos ha enlatado de forma que no somos más que lo que somos porque nos sentimos incomprendidos, viendo pasar a las mujeres a izquierda y derecha a toda velocidad, porque ellas han logrado cambiar el mundo gracias a que llevan pantalones como nosotros y nosotros no sabemos qué hacer con los pantalones que siempre hemos llevado. Cita a mujeres líderes como a BellonceMichael Obama o Greta Thunberg -que ya tiene delito-, convirtiéndolas en el ejemplo para romper con el pasado. Las considera como las poseedoras de brillantes cabezas cuyo resplandor de lo que hacen o dicen da sentido al resto de las mujeres del mundo. Pero se olvida de que quienes siguen rigiendo el mundo, incluso esta misma ideología que ella abandera con orgullo, siguen siendo hombres poderosos como Bill GatesGeorge SorosJoe BydenDavid Rockefeller, y organizaciones mundiales que también son dominadas por hombres como la ONUOMSFaceBookAmazon o Google… Pero no porque sean feministas, sino porque las mujeres son el producto que mueve el sentido del mercado que ellos desean.

Cómo no, trata a fondo la brecha salarial y familiar, donde la madre es discriminada subjetivamente por el hecho de ser mujer y no por razones objetivas como que no existe el padre-madre porque, al final, la madre es la que da a luz y de mamar a las criaturas, así como que la mayoría de las mujeres no permiten, o admiten, que el hombre asuma papeles más preocupados del cuidado de los hijos porque desconfían de él: cosa falsa, puesto que hombres que viven solos con hijos (por viudedad, separación matrimonial o abandono de la madre…), no solo lo hacen también como ellas, sino que demuestran un lado afectivo valioso que también da unos interesantes resultados que se empeñan en acallar, menos cuando se resalta como un espécimen zoológico para manifestar que es la excepción que mantiene la norma.

Por supuesto, los maltratadores están señalados en sus páginas, con ejemplos reales, pero tan barrocos y rebuscados que le restan razón. Sin embargo, en su falta de ecuanimidad, en su discurso feminista, no refleja la espantosa cifra de las mujeres que matan a sus hijos. Según afirma la abogada y criminóloga Beatriz de Vicente «El filicidio, matar al hijo, rondamos el 70% de mujeres autoras y en el neonaticidio (cometidos en las primeras 24 horas de vida) puede llegar al 95%, esto en líneas generales y a nivel mundial». Y sin valorar el aborto que, por supuesto, Catalin Moran  justifica como un derecho de liberalización esperanzadora.

Los maltratadores están señalados en sus páginas, con ejemplos reales, pero tan barrocos y rebuscados que le restan razón. Sin embargo, en su falta de ecuanimidad, en su discurso feminista, no refleja la espantosa cifra de las mujeres que matan a sus hijos. Según afirma la abogada y criminóloga Beatriz de Vicente «El filicidio, matar al hijo, rondamos el 70% de mujeres autoras y en el neonaticidio (cometidos en las primeras 24 horas de vida) puede llegar al 95%, esto en líneas generales y a nivel mundial»

¿En qué falla su divertido, pero poco gracioso libro? En la base antropológica y el exceso de pragmatismo en lo que las feministas de tercera generación pecan gravemente, ya que pretenden una justicia aritmética del cincuenta por ciento y se olvidan que la antropológica humana, hombres y mujeres, han llegado hasta hoy gracias a la complementariedad de cada etapa historia, de una forma u otra, pero ha sido ese rasgo por lo que las sociedades han evolucionado hasta hoy: la complementariedad. Rasgo que no está reñido con el reparto equitativo en la vida social y familiar, y que ambos accedan a los mismos derechos civiles y laborales. Pero este discurso no lo quieren, para ellas está agotado, porque si lo admitieran se les acabaría el negocio del enfrentamiento ideológico que tantos intereses genera en según qué negociados e instancias públicas.

La ideología de género (Libros Libres) Jesús Trillo-Figueroa. Después de elaborar y asumir la ideología de género, el feminismo radical ya no se puede identificar con la reivindicación de los derechos de la mujer. Aspira más bien a transformar por completo la sociedad y la misma vida particular de las personas. No sólo cuestiona abiertamente que ser hombre o mujer sea una realidad natural, sino que entiende las relaciones sexuales en términos de poder y de dominación.

Varón y mujer: la complementariedad (Sekotia) de Jorge Scala. El igualitarismo equipara al hombre y a la mujer como si fuesen un producto de marketing donde repartirse el mundo en partes iguales, y no es más que otro de los errores posmodernos que se ha incrustado en el corazón de muchos matrimonios, cuando en realidad, como sugiere el título de este libro, es la complementariedad lo que les salva y es precisamente en el amor donde mejor se puede comprobar.

El nihilismo de nuestro tiempo (Encuentro) Constantino Espósito. El autor hace un repaso de algunos pensadores contemporáneos, afilando el lápiz allí donde las tendencias de pensamiento o las ideologías dirigidas hacen mella de forma más eficaz (tanto para el bien como para el mal) y en este sentido, centrar el tiro del feminismo lejos de una visión tan parcial como la que tratan de imponer, ayudará sin duda.