La mujer es formidable en su discreción, ridícula en su exhibicionismo. No podemos convertir a Jenni Hermoso en nuestro líder, ni tan siquiera en posición de víctima
Decía Chesterton que lo que convence a las personas, también a las masas es aquel hombre que “de vez en cuando actúa según sus principios y en contra de sus sentimientos”. Y es que la coherencia es dura pero muy agradable, al menos cuando se contempla en el vecino. Las feministas deberían recordarlo y dado que la suma sacerdotisa Irene Montero pretende convertir el feminismo en religión, deberían recordar que “las personas siempre han creído más en la fuerza de una confesión religiosa, cuando han visto que esa confesión obligaba”.
El feminismo considera que la familia es un sitio donde el hombre pega a la mujer. Hombre, a lo mejor es algo más
El feminismo de hoy ha pergeñado un credo que es todo deberes para el varón y todo derechos para la mujer. A ser posibles, derechos computables. Se lo digo yo: una fe religiosa de este tipo sólo convencerá a las caraduras. ¡Anda, si eso es justamente lo que está ocurriendo!
La mujer necesita al varón más aún que el varón a la mujer... lo cual no demuestra superioridad por parte del varón hacia la fémina sino por falta de la mujer sino al revés.
El linchamiento de Rubiales demuestra, además, que el feminismo explota la tendencia de la mujer a convertirse en el centro de atención de cuanto le rodea
O dicho de otra forma. el feminismo es el imperio del sentimiento... que siempre termina en esclavitud y tragedia. El sentimentalismo siempre ha gobernado fatal. Ejemplo: el feminismo considera que la familia es un sitio donde el hombre pega a la mujer. Aceptada esta proposición, la feminista se convierte en estúpida que ve en todo varón a un enemigo maltratador... pero no vean cuántas convencidas hay de ello.
Además, el linchamiento del grosero de Luis Rubiales demuestra que el feminismo ireniano explota la peligrosa tendencia femenina a convertirse en el centro de atención de cuanto -y cuantos, y cuantas- le rodean, a cualquier precio. Lo siento: no podemos convertir a Jenni Hermoso en nuestro líder, porque la mujer es formidable en su discreción, ridícula en su exhibicionismo.