Recientemente saltó a los medios de comunicación la noticia de que un juzgado situado en Cataluña había condenado al Servicio Catalán de Salud a indemnizar a unos padres con 350.000 euros por no haber detectado durante el embarazo que su bebé venía con síndrome de Down

El centro hospitalario en el que se atendió la gestación aseguró a la familia que no era necesario realizar la prueba de la amniocentesis porque su bebé no tenía síndrome de Down. Ese bebé nació y resultó que sí venía con esa alteración genética. Y los padres aducen que si la hubiesen conocido, habrían abortado, porque no pueden hacerse cargo del bebé al carecer de recursos económicos

Nadie es quien para juzgar a nadie, ni conocemos las circunstancias socioeconómicas de las familias, pero si hay padres que no quieren -o no pueden- hacerse cargo de un bebé con síndrome de Down, ya sea antes de dar a luz o después, siempre les queda la posibilidad de darle una oportunidad y ofrecerlo en adopción, en vez de acabar con su vida, algo de lo que seguramente se arrepentirían el resto de sus vidas… Hay muchas familias dispuestas a adoptarlos y a darles el amor que se merecen. 

Estas cinco familias españolas, por ejemplo, dan testimonio de que se puede ser felices... con dos hijos adoptados con síndrome de Down, pese a los sacrificios y esfuerzos que conlleva el sacarlos adelante.    

Por otra parte, en esta noticia ocurrida en Cataluña subyace, o se ve implícita, la corriente eugenésica que se ha impuesto en la sociedad española y occidental que, paradójicamente, como dice Pablo Siegrist -director de la Fundación Lejeune en España- padece una «esquizofrenia social». Por un lado, se impulsa «la integración de personas con discapacidad intelectual y, en particular, con síndrome de Down», y por otro «se nos muestra como algo bueno no permitirles nacer». 

Estadísticas recientes aseguran que un porcentaje muy elevado de bebés a los que se detecta esta anomalía genética no llegan a nacer. Entre los años 2011 y 2015, en Europa, el 54% de estos bebés fueron abortados. Y en España, el porcentaje llegó nada menos que al 83%. 

Detrás de esas decisiones de abortar seguramente se encuentren razones como la ignorancia ante este síndrome, el miedo a lo desconocido, el temor a no ser capaces de sacar adelante a esa persona o el miedo al sufrimiento, o incluso la falta de recursos económicos para mantener a ese hijo o hija. Pero insistimos: si una familia no puede o no quiere hacerse cargo de ellos, antes de terminar con su vida, siempre les queda la posibilidad de darlos en adopción…

Un estudio elaborado por el doctor Brian G. Skotko, en 2011, sobre la relación de padres con sus hijos con síndrome de Down concluyó que 99% de ellos ama a su hijo o hija; el 97% de esos padres estaban orgullosos de ellos; el 79% sintió que su visión de la vida era más positiva gracias a ellos; el 5% se sintió avergonzado por ellos; y tan sólo el 4% se arrepintió de tenerlos.

Este mismo doctor, Brian G. Skotko, realizó otro estudio -publicado ese mismo año 2011- titulado 'Autopercepciones de las personas con síndrome de Down' que estableció que casi el 99% de las personas encuestadas con esta alteración cromosómica indicaron que estaban felices con sus vidas, al 97% les gustaba quiénes eran y al 96% les gustaba cómo se veían. Casi el 99% de las personas con síndrome de Down expresaron amor por sus familias y al 97% les agradaban sus hermanos y hermanas.

Es decir, que tanto los familiares de las personas con síndrome de Down como las propias personas que tienen esa alteración genética demuestran que se puede ser feliz y que son felices con sus vidas…

María Doussinague, madre de una niña con síndrome de Down, declaró en una entrevista: "De las 400 familias que conozco, aproximadamente la mitad tiene hijos Down que han nacido porque no ha habido diagnóstico prenatal. Muchas de ellas dicen que hoy saben que no lo harían…” (o sea, que no abortarían). 

Por otra parte, recordemos las palabras del doctor Jerome Lejeune -descubridor del origen genético del síndrome de Down-: “La calidad de una civilización se mide por el respeto que manifiesta a los más débiles de sus miembros. No hay otro criterio para juzgarla”.

Ojalá nuestra civilización cambie su mentalidad eugenésica y deje de deshacerse de las personas más débiles y vulnerables, aquellas que llegan con algún tipo de discapacidad...