
Muy oportunamente el miércoles 30 de abril, un día antes del 1 de mayo, Día del Trabajador, el Ministerio que lidera Elma Saiz nos cuenta que la Seguridad Social ha tramitado 113.591 prestaciones por nacimiento y cuidado de menor en el primer trimestre del año, 53.685 prestaciones correspondieron al primer progenitor, habitualmente la madre, y 59.906, al segundo, lo que supuso un gasto de 930,1 millones de euros, nos cuenta el Gobierno muy orgulloso.
Y sigue, el número de excedencias por cuidado de familiar asciende a 11.930; el 83,2% de las solicitantes son mujeres.
En la actualidad, el permiso de maternidad y paternidad es de 16 semanas, seis de las cuales deben disfrutarse inmediatamente después del parto, el resto del tiempo puede disponerse en periodos sucesivos antes de que el bebé cumpla un año, durante esos periodos, el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) corre con el abono de la nómina del trabajador.
Además de este gasto, el Gobierno corre con otro, la prestación por crianza, de 100 euros al mes por hijo y hasta los tres años. La que escribe estas líneas verá como una de sus hijas cumple dos años en un mes, queda un año más recibiendo los 100 euros, y todo apunta a que la niña seguirá comiendo, quizá el Gobierno lo ve de otra forma. Por lo que podemos concluir que una mujer que decide ser madre recibe del Gobierno de España el abono de su nómina durante 16 semanas y 100 euros al mes durante tres años.
Podemos simplificarlo con dos palabras: rácano y mezquino. Y de esto tienen culpa todos los partidos, a derecha y a izquieda. En un breve repaso por la historia política española podemos contar que fue el Gobierno de José María Aznar en 2003 el que puso en marcha la prestación por crianza, que consistía en 100 euros al mes por hijo durante tres años para madres trabajadoras, luego llegó Mariano Rajoy y lo extendió a las familias monoparentales con dos hijos, medida muy criticada por el PSOE de Pedro Sánchez de 2015. Para los socialistas era una "desigualdad" porque la 'generosa' ayuda no tenía en cuenta el "nivel de renta", como si tener hijos fuera una cosa de pobres o ricos. Después llegó el propio Sánchez y en 2023, con gran generosidad, amplió la prestación a todas las madres, trabajadoras o no. No sé a ustedes, pero a mi tanta generosidad me abruma.
Para entendernos, en nada más y nada menos que 22 años, en un país que no sabe cómo pagar sus pensiones, en el que nacen menos de 300.000 niños al año, en el que hay más fallecimientos que nacimientos y el cual es líder de paro del mundo mundial, los sucesivos gobiernos sólo han sido capaces de hacer un cambio en las prestaciones de ayuda a la maternidad: pasar de 100 euros para madres trabajadoras a 100 euros para madres que trabajen y que no trabajen. ¡Toma ya! Y ojo, que ahora tenemos al Gobierno más progresista y feminista de la historia. Eso sí, para aprobar, por ejemplo, el Ingreso Mínimo Vital, sí hay fondos.
E insistimos, ni izquierda ni derecha, ningún partido ha sido capaz de implantar, ni siquiera plantear, el salario maternal. En el Día Internacional de los Trabajadores podría esperarse que Unai Sordo o Pepe Álvarez reivindicaran esta tragedia, pero claro, como mucho hablarán de la brecha salarial o del techo de cristal, porque a feministas no les gana nadie.

Una vez más, un 1 de mayo más, los sindicatos y el Gobierno olvidarán a las madres, cuando la realidad es que es la maternidad lo que discrimina a la mujer en la empresa, que no su capacidad, lo que hay que hacer es compensar esa discriminación femenina en el mercado laboral con un salario maternal.
¿El problema? Ya lo confirmó el ministro Pablo Bustinduy a Hispanidad, pues han hecho los cálculos: un salario maternal en esas condiciones saldría en España por 12.000 millones de euros anuales, es decir, sería muy caro. Aunque claro, es menos que un sólo pago de las 14 mensualidades que nos cuestan las pensiones contributivas, que ya superan los 13.000 millones de euros mensuales.