Las explicaciones oficiales sobre la evolución de la pandemia me recuerdan el sonido de una gaita y ya se sabe que la gaita es el eslabón perdido entre la música y el ruido.

Es más, sospecho que no hubiera “negacionistas” si se nos hubieran contado tantas mentiras. Y la primera de todas las verdades que se nos debían haber contado es la que ya he repetido demasiadas veces: no tenemos ni idea acerca de este bicho. De virus, quiero decir, del Covid-19.

Y no hubiera pasado nada si los adorados, que no adorables, hombres de ciencia, en lugar de incurrir en la petulancia más insufrible del siglo, hubieran reconocido eso: que sabemos muy poco de este bicho.

Pero no: ha primado la vanidad. Por ahora, lo único que se les ha ocurrido es utilizar a toda la raza humana como conejillo de indias con las vacunas y, como era previsible, los resultados han sido los propios de “evidencia científica”. Es decir, dar palos de ciego y concluir: esto funciona a la mitad, así que ponle dos dosis y a lo mejor funciona al 100 por 100.

Naturalmente no ha sido así… por lo que han decidido aplicar una tercera dosis. Mi postura, después de vacunarme por razones que ya he expresado, es que sigo pensando lo mismo que antes de vacunarme: no tengo ni idea de lo que está ocurriendo -negacionismo puro, supongo- y creo que si alguien lo sabe no está dispuesto contarlo -conspiranoia fascista, como ben habrán entendido-.

Durante la primera oleada, la más letal, el país que aplicó más restricciones -España- fue también el que más muertos sufrió por habitante. El fracaso del liberticidio de Sánchez parece evidente, aunque él asegura que fue todo un éxito

Ya expliqué que acepté vacunarme, con meses de retraso, no por el bien de mis seres queridos sino por la presión de mis seres queridos. Apaciguar su ansiedad puede ser una prioridad. Ahora bien, sigo pensando lo mismo: sigo pensando, lo mismo que asegura Javier Garisoain, un breve texto que conviene leer con atención.

Por otra parte, se ha abierto una vía de demandas contra Fernando Simón de la que queda exonerado el Gobierno Sánchez porque así lo decidió el Tribunal Supremo… aunque luego el Constitucional abriría una vía aparentemente opuesta. En la que riñe al Gobierno por haber encerrado a todos en casa. Hace bien, dado que no podemos olvidar una verdad incontestable: durante la primer oleada, la verdaderamente letal, el país que aplicó más restricciones -España- fue también el que más muertos sufrió por habitante. El fracaso del liberticidio de Pedro Sánchez parece evidente, aunque él asegura que fue todo un éxito.

Ahora bien, no siento mucho afecto al doctor Simón pero eso es como si para perseguir al asesino se estuviera persiguiendo el puñal. Si hay que investigar la conducta dolosa de alguien, no se trata de abrir diligencias contra Simón sino contra los jefes de Simón, es decir, contra Salvador Illa, Carolina Darias y, a más a más, contra todo el Gobierno Sánchez, con su presidente a la cabeza.

Porque todo lo que está ocurriendo con el Covid recuerda al clásico, al Kempis: ¿Qué cosa son palabras sino palabras?