Uno lleva mucho tiempo de periodista y le cuesta asombrarse de nada. El martes reconozco que me sorprendí y asombré. Me costó creerlo. Pero era cierto: el Gobierno decidió que había que votar conjuntamente la subida de las pensiones junto a la mascarilla obligatoria en exteriores. ¿Y qué tiene que ver la gimnasia con la magnesia? Pues simple, se trata de un chantaje: si dices no a la mascarilla obligatoria también lo estás diciendo a la subida de las pensiones y los jubilados se te echarán encima. ¡Menuda caradura, Carolina!

Por cierto, subida de las pensiones "en orden al IPC", volvió a repetir ayer la sinvergüenza -ningún insulto, es que la vergüenza de doña Isabel era verde y se la comió un burro- de la portavoz del Gobierno. Sí, en orden al IPC, los precios subieron en 2021 un 6,5 mientras las pensiones lo harán en un 2,5% y las no contributivas en un 3%. Da lo mismo, aquí ya miente hasta el apuntador.

Justo cuando ni la OMS considera positivo el bozal en el exterior. En París ya no es obligatorio. Inglaterra y Dinamarca dan por terminada la pandemia,  Pedro Sánchez muestra que tiene alma de tirano

Total, que mientras Reino Unido y Dinamarca dan por finiquitada la pandemia, mientras en Francia -y eso que por allí pulula el histérico Macron- elimina el uso de la mascarilla en el exterior, aquí nos obligan a ir con tapabocas por la calle y sin poder respirar.

Pues no pienso hacerlo. Me rebelo, la mascarilla me parece un instrumento de opresión superior a la vacunación obligatoria. Esconder el rostro, no escuchar al vecino, no relacionarte con los demás, en circunstancias de normalidad y de muy dudosa eficiencia... porque seguimos sin saber nada del virus. 

Los españoles nos hemos convertido en un pueblo adocenado, paralizado por el miedo a sufrir y a morir por Covid e incapaz de rebelarse contra los sátrapas y de erguirse frente a las patrañas

Hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) -que el diablo confunda- no considera positivo el bozal en el exterior.

¿Y todo esto por qué? En mi opinión porque -¡Ay dolor!- el miedo inoculado en los españoles es de tal calibre que nos hemos convertido en un pueblo adocenado, paralizado por el miedo a sufrir y a morir por Covid e incapaz de rebelarse contra los sátrapas y frente a las patrañas. 

Hemos creado miríadas de aprehensivos histéricos. Caramba, no es como para estar orgullosos

Dice el refrán que si quieres conocer a fulanillo dale un carguillo. Ahora podríamos decir que si quieres conocer a fulanillo dale un covidillo, por pequeño que sea. Y la reacción que estoy viendo en muchos infectados, también ahora, cuando el virus remite y ya no es tan mortal, ni de lejos, es que hemos creado miríadas de aprehensivos histéricos. Caramba, no es como para estar orgullosos.