Para mí el doctor Ryan Cole tiene, al menos, tres motivos de crédito:

1.Los verificadores, del tipo Newtral y Maldita le ponen como no digan dueñas. Señal inequívoca de  credibilidad.

2.Sus argumentos tienen ese aroma de coherencia por el que el profano se percata de si está ante un verdadero "experto" o ante un experto del tipo Pedro Sánchez.

3.Se atreve a denunciar una estructura de poder que desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) enlaza con los intereses empresariales de los grandes laboratorios y con la tendencia de la medicina a convertirse en un matrimonio morganático entre la financiación pública y la producción de fármacos privados.

Y todo esto ha estallado con el Covid-19, sobre el que existen más sospechas que certezas.   

La medicina actual se ejerce según el modelo que marcan las multinacionales farmacéuticas y los proveedores sanitarios

Total, que unos 17.000 médicos, con Cole a la cabeza, han decidido unirse para poner en solfa a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y al sistema médico actual, que se ha convertido en un negocio de titularidad pública. Sí, para las mentes no del todo pervertidas por la propaganda socio-podemita, los negocios más lucrativos, y más peligrosos, son aquellos que albergan ambas condiciones: productores privados para un negocio financiero con dinero público. Esto es: un derroche de dinero que va desde el erario público hasta las multinacionales farmacéuticas... y encima todos aplaudimos porque nos lo dejan gratis. 

Y lo peor: la medicina actual se ejerce según el modelo que marcan las multinacionales farmacéuticas y por proveedores sanitarios. Por eso el diagnóstico médico se realiza hoy con un número ilimitado de pruebas diagnósticas que producen los proveedores sanitarios.

A veces parece que la maquinaria o las pruebas de diagnóstico llegan antes que la enfermedad o, como ha ocurrido con la vacuna Covid, casi al mismo tiempo.

Primero se inventa el producto o prueba sanitaria y luego se aplica de forma obligatoria. Lo hacen por nuestra salud... pero lo pagamos entre todos

Recuerden el esquema La Escopeta Nacional: un fabricante de porteros automáticos financia una cacería donde acude un ministro de Franco, con el objetivo de que se redacte un decreto ley por el que se obligue a construir todas las viviendas con portero automático. Pues el berlanguiano esquema es lo que ocurre con la industria médica: primero se fabrica el producto y luego la Sanidad pública lo compra, resulte más o menos necesario. 

El mejor ejemplo son los test y las vacunas contra el Covid-19. Sí, no dejen de leer la entrevistas con el doctor Cole que publica The FreedomPost.