A lo mejor tenemos que aprender a convivir con el Covid sin histerismos
Sólo es una parte del país, no en todos los casos pero por algo se empieza. Confinamiento forzoso en campos de concentración (sí porque se concentra a los infectados por Covid) y donde pueden ser trasladados en camiones militares, lo cual ofrece una imagen muy curiosa. Si no son campos, sí son de concentración.
Podríamos decir que el hombre Covid pasa de enfermo a delincuente: Australia crea espacios de concentración de infectados y las restricciones de movilidad se convierten en traslados forzosos. La tuerca se va apretando y el dios-salud primo hermano del dios-seguridad exige nuevos sacrificios de libertades individuales.
Ayer decíamos que el majadero de Miguel Ángel Revilla es un vivo ejemplo de que el modelo australiano también se exige por estos lares, que estamos creando leproserías y consideramos que el enfermo, o sano pero que rechaza nuestras cadenas, es un enemigo del Estado y un mal ciudadano, irresponsable e insolidario.
El Covid no es la mayor plaga que ha conocido la historia. A lo mejor tenemos que aprender a convivir con ella, sin histerismos
Los países son barcos que siempre hacen agua por su parte superior, por su clase política. Por eso, el cántabro Miguel Ángel Revilla, o el socialista asturiano Adrián Barbón se anticipan a hacer exigencias.
Luego está el espejismo tragacionista, de los que tragan con todo lo que dice la tele: todo los expertos aseguran que lo correcto es vacunarse, a ser posible cada mes, pero sin librarte de los bozales y con el certificado Covid en la boca.
Más: todos los expertos aseguran que si estás vacunado tienes menos riesgo de coger un Covid grave que si no lo estás (sólo faltaba que fuera la revés), etc. Ahora bien, ¿es que no hay expertos que discrepen de la teoría oficial? Por supuesto que sí, pero es que aquellos que discrepen son alejados de cualquier altavoz autorizado. Pero sí, hay científicos y expertos discrepantes.
Y luego están las distinciones de grado, que no de naturaleza. Insisto: negacionistas existen pocos, son muchos más los tragacionistas. Mantener que quien no se vacuna en tiempo y forma, y va con el bozal, está libre de peligro y quien no se vacuna es un suicida que llama la muerte, se desmonta con el cuadro adjunto.
Miren ustedes: lo que hace sospechoso al Covid es que los luchadores anticovid, nuestra queridos gobiernos, resultan sorprendentemente exagerados en las medias de contención y en su empeño en castigar a los discrepantes. A fin de cuentas, el Covid no es la mayor plaga que ha conocido la historia. A lo mejor tenemos que aprender a convivir con ella sin histerismos.
Lo que no se puede argumentar es la tontuna de que la vacuna combate al virus: ¡Hombre sólo faltaba que no lo combatiera!