El Tribunal Constitucional (TC), después de 13 años, desestimó ayer por mayoría -siete votos frente a cuatro- el recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP contra la Ley del aborto de 2010, conocida como Ley Aído y aprobada durante el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero

El ponente del recurso -que avalaba casi toda la ley de 2010, aunque sugería dar más información a las madres y proteger más la objeción de conciencia- fue el juez Enrique Arnaldo que, como contó Hispanidad, aseguró que si su borrador no obtenía un apoyo mayoritario del tribunal, él no iba a redactar un nuevo escrito. Y ahora se encargará de redactar la ponencia definitiva la juez progresista Inmaculada Montalbán, que por supuesto, avalará el aborto. 

Es decir, que el TC avaló ayer la ley abortista de Zapatero de 2010, que, en la práctica, consagra eliminar a los bebés en el vientre materno como un derecho: ya no hay supuestos despenalizados, sino que se puede abortar, en la práctica, casi con total libertad y casi hasta el mismo momento del parto. Porque: 

-Hasta la semana 14: aborto libre y voluntario a decisión de la mujer

-Semanas 14-22 de gestación: se permite abortar en caso de riesgo grave para la vida o para la salud de la mujer embarazada, así como riesgo de graves anomalías en el feto. La ley entiende por salud: “El estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Es decir, un nuevo coladero, el de la salud mental…

-A partir de las 22 semanas: aborto permitido cuando se detecten anomalías fetales incompatibles con la vida o se encuentre en el feto una enfermedad extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico y así lo confirme un comité clínico. 

Encima, el TC contradecía así su propia sentencia 53/1985 que decía que la Constitución no puede desproteger la vida humana en su etapa prenatal. 

En ese contexto, la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida publicó ayer una nota que dice lo siguiente:

Esta decisión permitirá entender el aborto como un derecho, declarando constitucional que haya seres humanos que no tienen derechos, y avalando de este modo una ley ideológica, anticientífica y que promueve la desigualdad.

    Ley ideológica. Esta resolución permitirá determinar, en nombre del materialismo más radical, la eliminación de los seres humanos en la primera etapa de su vida. Es triste que la legislación y la política instauren un darwinismo social al servicio del neocapitalismo más salvaje, en vez de buscar el bien común y la defensa de los más débiles.

    Ley acientífica. Recientemente hemos afirmado en el documento El Dios fiel mantiene su alianza que “desde la aprobación del aborto en 1985, los conocimientos sobre el ADN, las ecografías 3D, 4D y 5D permiten afirmar aún con más contundencia que negar que existe una nueva vida en el seno de una mujer embarazada desde la concepción es irracional, y afirmar que un supuesto «derecho a decidir sobre el propio cuerpo», una falacia. Si el mundo sigue profundizando en el paradigma ecológico de los cuidados, algún día lloraremos los millones de víctimas que nunca pudieron siquiera ver la luz ni darnos su luz”.

    Ley que promueve la desigualdad, ya que permite que los Síndrome de Down sean abortados hasta los cinco meses y medio. De este modo, el Tribunal Constitucional, que debería ser el garante último de los derechos fundamentales, permitirá atentar contra la vida humana y contra la igualdad de todos. Ante esta decisión, queremos recordar que la vida humana es un don de Dios, de manera que nadie puede disponer de la vida de otro ser humano. “La vida humana es sagrada e inviolable en cada momento de su existencia, también en el inicial que precede al nacimiento. El hombre, desde el seno materno, pertenece a Dios que lo escruta y conoce todo, que lo forma y lo plasma con sus manos, que lo ve mientras es todavía un pequeño embrión informe y que en él entrevé el adulto de mañana, cuyos días están contados y cuya vocación está ya escrita en el «libro de la vida»” (San Juan Pablo II, Evangelium Vitae nº 61).

La historia nos enseña que cada vez que el ser humano se ha cuestionado la dignidad o el valor de ciertas vidas humanas, por distintos motivos, como por ejemplo la raza, el color de la piel o las creencias, se ha equivocado gravemente. Del mismo modo, es un lamentable error cuestionar la dignidad de la vida humana en función de la edad.

Como Iglesia, solo podemos ser voz de los sin voz, haciendo resonar el grito silencioso de tantas vidas humanas que claman desde el seno de sus madres, pidiendo justicia para que se respete su derecho a vivir. Esto no significa en ningún sentido abandonar a las mujeres que tienen problemas para seguir adelante con su embarazo. Al contrario, queremos estar a su lado, acogiéndolas y ofreciéndoles una ayuda integral. A su vez, nos dirigimos a aquellas mujeres que han abortado voluntariamente, con el deseo de recordarles que, en el rostro misericordioso de Jesús, encontrarán consuelo y esperanza.

Pedimos a las distintas administraciones que, en lugar de proclamar el derecho al aborto, promuevan iniciativas que ayuden a la mujer a vivir su maternidad, evitando ser abocada al aborto.

Como dice San Juan Pablo II en Evangelium Vitae: “el Evangelio de la vida no es exclusivamente para los creyentes: es para todos. El tema de la vida y de su defensa y promoción no es prerrogativa única de los cristianos. Aunque de la fe recibe luz y fuerza extraordinarias, pertenece a toda conciencia humana que aspira a la verdad y está atenta y preocupada por la suerte de la humanidad. En la vida hay seguramente un valor sagrado y religioso, pero de ningún modo interpela sólo a los creyentes: en efecto, se trata de un valor que cada ser humano puede comprender también a la luz de la razón y que, por tanto, afecta necesariamente a todos”.

Que Santa María interceda para que anunciemos con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la Vida.

Mons. D. José Mazuelos Pérez, obispo de Canarias.
Presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida

Mons. D. Ángel Pérez-Pueyo, obispo de Barbastro-Monzón

Mons. D. Santos Montoya Torres, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño

Mons. D. Francisco Gil Hellín, arzobispo emérito de Burgos

Mons. D. Juan Antonio Reig Pla, obispo emérito de Alcalá de Henares

Además, en la misma web episcopal se añade la nota 'Tiene derechos'.

Estos son algunos de los obispos que han valorado en Twitter la noticia:

José Ángel Saiz Meneses

Carlos Osoro:

Jose Ignacio Munilla

Francisco César García Magán

Juan José Omella

 

En la COPE --cadena de radio propiedad de la Conferencia Episcopal--, el locutor Carlos Herrera señalaba en su editorial de esta mañana: "Ayer se confirmó lo que era un secreto a voces, lo que vengo contando desde las 6 la mañana: el Constitucional ha avalado íntegramente la ley del aborto de Rodríguez Zapatero. Cándido Conde-Pumpido ha entrado arrollando, necesitaba arrollar, además, de entrada; ha entrado a rebozarse en todas las polvaredas políticas que se puedan imaginar, a aplicar el rodillo sanchista y eso va a pasar en los 4 años que le quedan de mandato. No se ha admitido ni la más leve consideración restrictiva porque el ponente Arnaldo había avalado el grueso de la ley de plazos pero proponía mejorar la información a la mujer embarazada sobre sus alternativas al aborto. Pero no coló ni eso, fuera la ponencia. Ahora se va a encargar otra ponencia que va elaborar por supuesto una magistrada de la mayoría sanchista y así está en marcha el rodillo del TC, para avalar y para consolidar todas las leyes disparatadas y torpes del gobierno Frankenstein, con una por cierto notable falta de escrúpulos formales. Como esa negativa rotunda a considerar la contaminación de varios magistrados por su pasado político, por su participación en deliberaciones antiguas.

Una vez que los partidos colonizaron políticamente el Constitucional, deberían ser los propios magistrados los que velaran con su actuación por garantizar la imagen y la reputación del Tribunal. Son los magistrados los que tienen la responsabilidad de no actuar como correas de transmisión de Frankenstein y en la primera decisión, no lo han hecho, ni siquiera han permitido abstenerse a una magistrada, Espejel, que lo quería hacer voluntariamente. Y lo han echado porque la abstención de Espejel le sacaría los colores a otros tres magistrados que se encuentran en la misma situación y que no quieren que haya un precedente para próximas deliberaciones. Así que a partir de ahora barra libre.

La importancia moral de un asunto que se ha dilucidado como una ley más, nos lleva a pensar que efectivamente no siéndolo, no debemos olvidar. El aborto al igual que la eutanasia hace referencia a la vida humana, a su protección en los momentos en los que es más vulnerable: al inicio al final y ante la enfermedad. El Tribunal avalado por ley, por cierto cambiando su propia doctrina anterior, que el aborto es legal y veremos cómo queda redactada la ponencia. Pero previsiblemente va a ser reconocido como un derecho de la mujer, sabemos que la sociedad está dividida por este asunto, que muchas personas han normalizado el aborto como una decisión irrelevante, pero aquí vamos a seguir defendiendo que el aborto debiera ser la última opción, que no puede ser considerado un medio anticonceptivo, y los poderes públicos deberían ayudar a las mujeres a seguir con sus embarazos. Hay gente que no se para a considerar el valor absoluto de la vida humana y su necesaria protección, de hecho vivimos en una época en la que protegemos los derechos de los periquitos pero ignoramos la profunda dimensión moral que puede suponer acabar con la vida de un no nacido, por muy legal que pueda ser".