Canadá fue uno de los primeros países del mundo en legalizar la eutanasia, denominada asistencia médica para morir (MAID, por sus siglas en inglés). Lo hizo en 2016, después de que en 2015, la Corte Suprema canadiense diese un año al Gobierno para regularla tras sentenciar que prohibir el suicidio asistido privaba a los ciudadanos de su autonomía y dignidad.

La ley fue originalmente aprobada para los mayores de 18 años con enfermedades terminales, pero en 2021 se incluyó a quienes padecen afecciones físicas graves y crónicas, sin necesidad de que sean una amenaza para sus vidas.

Y ahora, el Gobierno de Justin Trudeau ha propuesto legalizar la eutanasia para enfermos mentales. 

Ese año 2016, la eutanasia se aplicó a unas mil personas. Y ese mismo año 2016, el Instituto Angus Reid realizó una encuesta en el país que incluyó que el 78% de los canadienses se opone a aplicar la eutanasia a enfermos mentales. 

Pues bien: una reciente encuesta del mismo Instituto Angus Reid ha revelado que ahora el 51% de los canadienses está en contra de que se amplíe el acceso de la eutanasia a los enfermos mentales, recoge Aciprensa

El 31% afirmó estar a favor de esta propuesta, el 51% señaló que se opone, y el 18% manifestó no estar seguro. 

Como recogió Hispanidad, en Canadá, más de 10.000 personas solicitaron el suicidio asistido en 2021, el equivalente al 3,3% de todos los fallecidos en el país ese año. 

La eutanasia y el suicidio asistido suponen traspasar la frontera ética de que la vida es sagrada y ni uno mismo y ni mucho menos un tercero puede disponer de ella

La eutanasia y el suicidio asistido suponen traspasar la frontera ética de que la vida es sagrada y ni uno mismo y ni mucho menos un tercero puede disponer de ella. Esa frontera ética está en la conciencia de todas las personas del mundo. Y por eso es acorde con la ley natural: respetar la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción a la muerte natural.

Y esa frontera ética debería estar reconocida por las leyes: como el ‘no’ a la pena de muerte, al asesinato o al homicidio. Es decir, es la misma razón por la que hay que oponerse también a la pena de muerte, al asesinato o al homicidio: no con un argumento religioso, sino meramente humano y racional.

En los países donde se ha aprobado la eutanasia y el suicidio asistido, está ocurriendo que se empieza permitiéndola sólo en casos excepcionales y por voluntad propia, pero se termina aplicándola sin restricciones, a cualquier persona e incluso en contra de su voluntad, y de manera especial a los más débiles y vulnerables: enfermos mentales, ancianos, discapacitados sobre todo intelectuales..., que no pueden defenderse ante la decisión de otros -el Estado, un médico, los jueces, los políticos, sus familiares- sobre sus vidas.

Se trata de un plano inclinado o pendiente deslizante muy difícil de parar que provoca que la vida no tenga ningún valor, especialmente la de los más débiles y vulnerables, y que sea a ellos a quienes se termine aplicando al eutanasia sin su consentimiento.

Que es lo que está ocurriendo poco a poco en Canadá…