Comenzamos esta crónica semanal sobre persecución a los cristianos en África, concretamente en Burkina Faso. Allí se refuerza la hipótesis de que el sacerdote asesinado Rodrigue Sanon fue víctima de un grupo yihadista. Según los investigadores, el sacerdote fue asesinado por sus secuestradores cuando descubrieron que los perseguía la policía. Una forma de actuar más parecida a la de un grupo terrorista que a la de una banda de delincuentes comunes, informa Fides.

La violencia yihadista en el Sahel ha provocado la huida de millones de personas. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el número de personas que huyen de la violencia en la región del Sahel en África Occidental se ha cuadriplicado en los últimos dos años, con 2 millones de desplazados dentro de su propio país. El Sahel también tiene más de 850.000 refugiados en otros países, principalmente de Malí.

Los militantes vinculados a Al Qaeda y al Estado Islámico han ampliado su alcance en la región semiárida en el borde del Sahara, alimentando conflictos étnicos en Burkina Faso, Mali y Níger, y obligando a comunidades enteras a huir de sus hogares. Más de la mitad de los desplazados internos se encuentran en Burkina Faso, donde muchos se ven obligados a dormir a la intemperie y no tienen suficiente agua.

Su ojo izquierdo estaba magullado, como si le hubieran golpeado antes de morir

Otro caso de un sacerdote asesinado se dio en Filipinas: unos hombres armados no identificados dispararon y mataron a don Rene Bayang Regalado, cuando se disponía a regresar al seminario en el pueblo de Patpat, en la gran isla de Mindanao, al sur del país. Tan pronto como ocurrió el asesinato, los sacerdotes del Colegio del Seminario San Juan XXIII llamaron a la policía, porque habían escuchado varios disparos. Los agentes confirmaron que don Regalado fue asesinado en “con varios disparos en la cabeza”, informa Fides.

“Su ojo izquierdo estaba magullado como si le hubieran golpeado antes de morir. Don Regalado ya estaba muerto cuando llegamos”, ha referido el sargento Jeffrey LLoren, investigador policial. La policía también encontró al sacerdote con el brazo izquierdo “atado con un cordón blanco” y junto a una pistola Colt 45 con diez proyectiles dentro y una ronda vacía que los criminales parecen haber dejado intencionalmente cerca de la cabeza del sacerdote asesinado.

“Toda la comunidad diocesana de Malaybalay, el clero, las personas consagradas y los fieles laicos, en particular la familia Regalado en la parroquia de San José en Sinayawan, están profundamente heridos y entristecidos por la noticia del paso prematuro a la vida eterna de un sacerdote de gran talento”, se lee en una declaración de la diócesis, en la que se manifiesta la esperanza de que “los responsables sean llevados ante la justicia” y se encomienda el sacerdote “al amor misericordioso de Dios”.

Kenia: el incendio probablemente es el resultado de “algún tipo de radicalización que está ocurriendo en el área, ya que también se han incendiado iglesias de diferentes denominaciones

Y volvemos a África, concretamente a Kenia, donde el director de Comunicaciones de la Diócesis de Kisii, padre Arnold Maronga, llamó a los responsables del ataque a la iglesia St. Monica a “arrepentirse y pedir perdón a Dios por su maldad”, después de que los desconocidos quemaran el altar, el ambón y las vestimentas litúrgicas, recogió Aciprensa.

El padre Maronga confirmó que los culpables, todavía por identificar, irrumpieron la noche del 19 de enero en la iglesia, que se encuentra en el pueblo de Otamba. “El mantel que cubría el altar estaba completamente quemado. Los pirómanos también tomaron otras vestiduras de la sacristía y las colocaron en el ambón antes de quemarlas”, narró.

Además, señaló que el incendio probablemente es el resultado de “algún tipo de radicalización que está ocurriendo en el área, ya que también se han incendiado iglesias de diferentes denominaciones”.

El sacerdote describió los ataques a las iglesias como “anticristianas” y llamó a los responsables de los crímenes a arrepentirse. “Lo mejor para quienes quemaron las iglesias es pedirle perdón a Dios y nunca más deben repetir tal acto”, dijo. “Si es posible, deben ir a la iglesia y confesar que son los responsables”, agregó.

El sacerdote indicó a los fieles de la aldea de Otamba que, “como cristianos, debemos orar por las personas que llevan a cabo los crímenes. Sin oración, no vamos a ninguna parte”. “Todas las personas, sin importar la religión, deben comprender que estos lugares santos deben ser respetados”, subrayó.