Contábamos en Hispanidad el caso de una profesora de catalán de Palma del colegio La Salle que se negó a dar clase con una bandera de España en el aula y los 30 alumnos que la pusieron, previa autorización de su tutor, terminaron expulsados por "insubordinación deliberada". 

El centro envió una circular donde se justificaba la expulsión porque los alumnos desobedecieron y se enfrentaron a la profesora: "A raíz de una iniciativa por parte de los alumnos para decorar el aula en apoyo a la selección española masculina absoluta de fútbol en su participación en el Mundial, los alumnos de 1ºB, actuando como grupo, han desoído las indicaciones de una profesora que estaba cumpliendo con las normas de convivencia del centro y seguía las órdenes del equipo directivo, negándose aquellos expresamente a desobedecer, lo que supone un acto de insubordinación deliberada". Y añadían que "no podemos impartir clase en una etapa educativa no obligatoria a un grupo de alumnos que no quiere acatar las normas de convivencia del centro".

El revuelo fue tal que la Consejería de Educación y Formación Profesional se comprometió a investigar los hechos y las razones del enfrentamiento. 

En solidaridad con sus compañeros, muchos alumnos de La Salle acudían al colegio vestidos con la camiseta de la selección: "Hemos venido a clase con la camiseta de la Selección". Y según informa Okdiario el centro ha tomado la decisión de prohibir a los alumnos la colococación de la bandera juegue o no la selección durante el Mundial.

Y de postre, el Telediario de la cadena pública e imparcial RTVE, se refiere a la enseña española como "la bandera de la discordia", lo que ha provocado un aluvión de críticas a su presidenta Elena Sánchez, que nunca está exenta de polémica. 

Los medios y el colegio recogen el 'acoso' que está sufriendo la profesora pero guardan silencio sobre las amenazas e insultos que están recibiendo los alumnos y sus familias por redes sociales: "fascistas, subnormales, imbéciles, malcriados, malparidos, supremacistas o genocidas". 

Y no olvidemos que se trata de un centro educativo católico donde permiten dar clases a una persona a la que le molesta hasta tal punto ver la bandera de su país que se niega a dar clase. Definitivamente, faltan sacerdotes, y los colegios no deben abandonarse en manos de laicos.