Vivimos un nuevo genocidio musulmán contra los católicos armenios, nuevamente perpetrado por Turquía, con ese miserable canalla, supuestamente pro-occidental, llamado Recep Erdogan. Pero, eso sí: se trata de un genocidio 'civilizado' propio del muy civilizado siglo XXI. El despacho de France 24 revela todos los tics de la actual diplomacia, hipócrita y cristófoba, que reina en el mundo. Ojo al dato: Washington -qué bueno que es Biden, siempre pendiente de la paz- va a albergar negociaciones de paz, entre los ministros de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán y de Armenia, entre Bakú y Ereván.

Naciones Unidas, tan protestona en defensa de los palestinos, guarda silencio frente a la barbarie turco-azerí contra los cristianos armenios

¡Qué conversaciones de paz ni qué cuernos! Se trata de un acta de rendición, donde los miserables musulmanes de Azerbaiyán, armados por Ankara, obtienen todo lo que quieren, también el control sobre los yacimientos petrolíferos de la zona, a costa de desplazar a decenas de miles de cristianos armenios hacia Ereván. Antes, les han hecho prisioneros, torturado, asesinado, robado, les han obligado a abandonar sus casas, sus propiedades, con lo puesto...  y ahora les dan la oportunidad -¡Qué buenos son los azeríes, armados por el miserable Erdogan!-  de firmar un acuerdo de paz auspiciado por la Casa Blanca donde reside ese católico senil pero con muy mala leche, llamado Joe Biden. 

Repitamos: los azeríes son los verdugos del pueblo armenio, que han vencido a los cristianos armenios gracias al abandono de los cascos azules (¿Para qué puñetas sirven los cascos azules de la ONU?), con el apoyo de la armas turcas y ante la inacción del también cristiano Moscú. Pero miren por dónde: el baboso portugués, Antonio Guterres, no ha salido en defensa de los armenios. 

Lo que ocurre en Armenia no es sino la punta del iceberg de la persecución contra los cristianos en los cinco continentes, verdadero fenómeno global oculto, interesadamente oculto, que está marcando este siglo XXI.

Los musulmanes turcos de Erdogan perpetran ingeniería social contra los cristianos armenios mientras en la guerra árabe-israelí  de Gaza se acentúa el exilio forzoso de los cristianos de Tierra Santa

Recapitulemos: el Occidente cristiano permite, e incluso alienta, la persecución contra los cristianos en todo el mundo. El Papa Francisco debe adoptar una postura más activa en defensa de los cristianos perseguidos por musulmanes, chinos, indios... y por el mismísimo Occidente, dirigido por el muy católico Joe Biden, como creo haber dicho antes.

Sintomático: Naciones Unidas, tan protestona en defensa de los palestinos de Gaza, guarda silencio frente a la barbarie turco-azerí contra los cristianos armenios. Siendo, además, que los musulmanes turcos de Erdogan están perpetrando una trágica ingeniería social con los armenios. 

En el entretanto, en la guerra árabe-israelí de Gaza se acentúa el exilio forzoso de los cristianos de Jerusalén, algo de lo que nadie habla. En la Guerra de Gaza, los cristianos son víctimas, tanto de los judíos como de los musulmanes. Y la cuestión jerosolimitana, una ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas, que, debería ser ciudad abierta.

En la Guerra de Gaza, los cristianos son víctimas, tanto de los judíos como de los musulmanes: la cuestión jerosolimitana, ni se plantea

En, cualquier caso, no hablamos ni de Armenia ni de Tierra Santa: hablamos de una persecución global de los cristianos en todo el mundo. En Oriente de manera sangrienta, en el Occidente cristiano se trata de una persecución blanca, según la cual debes elegir o ser católico o triunfar en la vida porque todo cristiano es ninguneado en el mundo civil, en el Occidente actual. Y además de ninguneado, perseguido por el delito de odio, que ha dado cuerpo jurídico a la afirmación más peligrosa contra los cristianos que se haya inventado jamás: ser cristiano es ser un ultra, un peligro para un cuerpo social políticamente correcto. 

Por ahora, a los católicos no se les mata en Occidente, sólo se les mete en la cárcel (en España, con hasta cuatro años de prisión según el artículo 510 del Código Penal). Pero tranquilos, la persecución en Occidente también puede llegar a la violencia directa contra los cristianos. De hecho, ya está a las puertas.

El Papa Francisco no debería guardar silencio, porque antes de llegar al martirio hay que buscar la justicia.